El reciente escrito por la embajadora de China en Panamá no ha podido ser una invitación más clara al afirmar: “Caminar junto con China es caminar junto con las oportunidades”, una declaración que ciertamente refleja una realidad.
También hace alusión a los innumerables apoyos que China ha brindado a Panamá en infraestructuras, entrenamientos y auxilios médicos, además de resaltar que es un socio comercial importante. Asimismo, recalca: “China continuará con su apertura unilateral, por iniciativa propia, lo cual, en un contexto de crecientes desafíos globales, proporcionará certeza al mundo”.
Para un buen entendedor, China está haciendo exactamente lo contrario de lo que hace Estados Unidos, que sacude al mundo con sus ambiciones expansionistas y su afán de acaparar poder.
Cuán apropiado en estos momentos es ese dicho “El enemigo de tu enemigo es mi amigo”, y la prueba es que en estos momentos, quienes han salido a objetar la operación de la venta de los puertos en Balboa y Cristóbal han sido China y Hong Kong. Ellos han criticado abiertamente la posible transacción con BlackRock e instaron a Hutchison a “pensar dos veces” antes de concretar el acuerdo de venta.
Panamá está realizando auditorías a Panama Ports Company (PPC) y se ha presentado una demanda de inconstitucionalidad del contrato. Mientras tanto, en el oriente se están llevando a cabo estudios para impedir que se lleve a cabo dicha transacción por violaciones a leyes antimonopolio y temas de seguridad. Seguramente, esta reacción no la esperaban ni el Marco Fulo ni Larry Fink, de BlackRock. Se avecinan días interesantes para Panamá, ya que estamos dentro del juego geopolítico mundial. Si el desenlace es favorable, a lo mejor acabamos nosotros con los puertos y seremos quienes nombremos al operador. Amanecerá y veremos, ya que China podría castigar duramente a Hutchison, lo que beneficiaría a Panamá.
Tenemos un enemigo abiertamente declarado, por lo que hay que fortalecer las relaciones con un país amigo con doble propósito: que nos ayude a fortalecernos y, paralelamente, enfurezca al adversario. Por la actitud sumisa y entreguista de nuestros gobernantes, hemos despreciado y enfurecido a la única potencia amiga que nos ha tendido la mano. China nos ha criticado duramente por las actuaciones de Panamá hacia Estados Unidos, tachándolas de “servilismo sin agallas” y “traición al pueblo chino”. Es difícil no coincidir con esa reprimenda, ya que ese “servilismo sin agallas” no es más que la falta de valor en los estamentos del Estado.
De nuestro lado, pareciera que los gobernantes están en algo similar a lo que afirman los chinos: traicionando al pueblo y entregados en un servilismo sin agallas hacia Estados Unidos. ¿Se atrevería el Gabinete a vetar esa transacción entre Hutchison y BlackRock? Estamos haciendo todo lo posible por enviar al traste el Tratado de Neutralidad del Canal y hacerlo vulnerable a ataques terroristas y cibernéticos. Para ese propósito, deben estar afilando sus garras los miembros del Dark Storm Team, expertos en ciberseguridad y conocidos por sus operaciones de alto nivel contra entidades gubernamentales y tecnológicas, con orientaciones pro-Palestina. Dado que Estados Unidos es pro-Israel, y nuestro administrador del Canal, sin pensar en consecuencias, suscribió un acuerdo de Cooperación Cibernética con el Comando Sur para reforzar la seguridad digital del Canal, no sería extraño que el Dark Storm Team nos incluya en su lista de candidatos de ataque, y todo por culpa de nuestros gobernantes. ¡Repudiemos todos esos acuerdos tras bastidores!
Es una realidad que actualmente se considera la construcción de un canal seco en por lo menos tres regiones para unir las aguas del océano Atlántico con las del Pacífico: México, Nicaragua y un proyecto conjunto de Perú, Bolivia y Brasil. Nosotros estamos bendecidos por una franja geográfica privilegiada, además de contar con aguas profundas en ambos océanos, muy cercanas al litoral. Esto reduciría los costos de construcción de manera significativa en comparación con los otros proyectos, además de ser un complemento al Canal de Panamá.
Nos podríamos congraciar con China y, a la vez, potenciar nuestra posición geográfica si los invitamos a construir grandes puertos en Bocas del Toro y Chiriquí. Estas provincias han sido bendecidas por contar con aguas profundas cercanas a las orillas, lo que facilitaría significativamente tanto la construcción como la operación de los puertos. Estos puertos podrían concesionarse a empresas o navieras chinas para su construcción y operación, según se negocie con la República de Panamá. El megaproyecto no terminaría con los puertos, ya que sería necesaria la construcción de una autopista de alta velocidad y un ramal del ferrocarril que conecte los puertos del Atlántico con los del Pacífico y, a su vez, se enlace con el futuro ferrocarril Panamá-Costa Rica, que serviría a toda Centroamérica. Por supuesto, también incluiría un gasoducto para el trasiego de gas licuado, además de zonas libres no solo de comercio, sino de maquiladoras para la transformación de productos. ¡Imagínense el incremento en actividad económica que traería para las provincias centrales y occidentales!
Este podría ser uno de los tantos megaproyectos viables mediante una concesión en la que Panamá otorgue los derechos de vía, operación y usufructo a quienes construyan y operen la infraestructura. Tampoco debemos descuidar la conectividad aérea, pues es lógico invitar a las líneas aéreas chinas, como Eva Air y otras, a volar a Panamá para aumentar nuestra logística aérea y establecer conexiones directas con Asia. La relación con China, ya sea de forma bilateral o a través de la Ruta de la Seda, traería grandes beneficios, siempre y cuando sea manejada con transparencia, sin secretismos y por funcionarios íntegros, comprometidos con la patria y dispuestos a negociar de inmediato, porque esperar más podría ser demasiado tarde.
El autor es ciudadano.