A pesar del peligro que representa el narcotráfico en cualquier parte del mundo, los habitantes de la comunidad de Rambala, en el distrito de Chiriquí Grande, provincia de Bocas del Toro, no hacen caso a traficantes ni a drogas, y es tal su despreocupación que ni les prestan atención a las crecientes actividades ilícitas en ese sector.
Así lo reconoció Jhony Bonilla, cacique de la comunidad indígena Ñu Kribo, presente ayer en el acto de inauguración de la primera base aeronaval que instala el Gobierno en el Caribe panameño, precisamente para combatir el narcotráfico y el crimen organizado en esa importante zona fronteriza del país.
Según Bonilla, “el cruce de lanchas rápidas y otras embarcaciones ilegales es común en este sector, y ya los habitantes no les prestamos atención a estos movimientos”.
Pero para el ministro de Gobierno y Justicia, José Raúl Mulino, la situación amerita de toda la atención posible, y de allí la inversión de unos 200 mil dólares en la construcción y equipamiento de la base, gracias al patrocinio de Petroterminal de Panamá, que incluso donó el terreno.
En esta base –la cuarta que inaugura el Gobierno– estará operativo un contingente del Servicio Nacional Aeronaval, que además contará con el apoyo de agentes instalados en la base naval de Chiriquí Grande.
Además de combatir el narcotráfico, dijo Mulino, se espera prevenir el sabojate de cargueros petroleros y la piratería en aguas del Caribe panameño.
Las otras tres bases aeronavales funcionan en isla Chapera, en el archipiélago de Las Perlas; en la comunidad de Quebrada de Piedra, Chiriquí; y en bahía Piña, jurisdicción de la provincia de Darién. Las tres están ubicadas en el Pacífico.
La inauguración de esta cuarta base coincide con el decomiso de mil 500 kilos de cocaína reportado este jueves en el río Belén, al norte de la provincia de Veraguas, cerca de la costa caribeña.
La droga, decomisada por agentes del Servicio Nacional Aeronaval, estaba abandonada en el interior de una lancha rápida.