Melania y Rosaura intentaban en vano mantener una charla mientras esperaban un bus de la ruta Transístmica-Don Bosco en la parada de la Gran Estación de San Miguelito. Eran las 6:20 p.m. Difícilmente podían escucharse debido al ruido ocasionado por el paso de los vehículos.
Y es que el movimiento vehicular, con sus residuos de combustión, no solo afecta el aire que se respira en la urbe; además, el ruido que este genera alimenta la contaminación acústica, nociva para la salud.
El ruido ambiental es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como aquel que emiten el tránsito automotor, ferroviario y aéreo, la construcción y obras públicas, además del vecindario. En la ciudad de Panamá, sus altos niveles son característicos en zonas como la vía Transístmica (Simón Bolívar).
Actualmente, la contaminación acústica urbana en la capital es alimentada en gran medida por la flota de autos en circulación y el congestionamiento que estos producen en las principales avenidas, a causa de deficiencias de la infraestructura vial, realidad que ha sido plasmada en varios estudios. La Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) ha elaborado algunos con el patrocinio de la Secretaría Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación.
Entre los años 2007 y 2008, estudiantes de la UTP monitorizaron la cantidad de ruido en las principales vías de la ciudad para determinar sus puntos críticos. Al hacerlo, consideraron las intersecciones concurridas y las estadísticas del tránsito, dijo Félix Henríquez, docente de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la UTP, impulsor de este tipo de proyectos.
Este trabajo, detalló, les permitió comparar los datos obtenidos, con la norma vigente en materia de ruido para la capital, y los niveles recomendados por la OMS.
Tales niveles son medidos en decibelios (dB), generalmente con sonómetros. La OMS estima que en el mundo hay, en promedio, 130 millones de personas expuestas a ruido de más de 65 dB.
Las Guías para el ruido urbano, publicadas por la Organización Mundial de la Salud en 1999, indican que las zonas industriales, comerciales y de tráfico tienen un nivel sonoro aproximado de 70 dB.
En Panamá, el Decreto Ejecutivo No. 306 de 2002 –modificado por el Decreto No. 1 de 5 de enero de 2004– en su artículo 14 prohíbe a las personas, desde cualquier medio o fuente de ruido, exceder los 64 decibelios, igual en áreas públicas, de comercio, industriales o en espacios públicos peatonales y vehiculares.
La revista New Scientist publicó parte de un informe de la OMS, en el que se indica que un sector con gran tráfico genera unos 75 dB.
En esa línea, el seguimiento de campo de los estudiantes de la UTP arrojó que los sitios con mayor concentración sonora son el área de la Caja de Seguro Social (CSS), en la Transístmica; el cruce en San Miguelito, y el centro comercial Los Andes, por el elevado tráfico vehicular.
En los predios de la CSS de la Transístmica, por ejemplo, los niveles de dB son 81.65 de 6:00 a.m. a 8:30 a.m.; 81.50 al mediodía (de 11:30 a.m. a 2:00 p.m.); y de 80.00 de 4:00 p.m. a 6:30 p.m.; es decir, sobrepasan las recomendaciones de la OMS y lo que indica el Decreto No. 306.
Datos como estos, obtenidos por la UTP, se emplean para un segundo estudio en el que se usa tecnología moderna –en este caso el software SoundPlan–, cuyo fin es crear un mapa sobre el ruido ambiental en el área metropolitana.
En Panamá ‘estamos mal’
José Espino, gerente de ITS Panamá, grupo que realiza la consultoría para la elaboración de una nueva norma de ruido ambiental, que financia el Banco Interamericano de Desarrollo bajo la Administración de la Autoridad Nacional del Ambiente, comentó que si se consideran los parámetros de la OMS, Panamá está “mal” en cuanto a la contaminación acústica.
Por ello, dijo, el Gobierno debe elaborar políticas encaminadas a disminuir los niveles de ruido ambiental como, por ejemplo, control del tráfico y establecer horarios estrictos para actividades ruidosas. Son acciones que deben discutirse a fondo, opinó.
Sobre este tema urbano, Deepak Prasher, profesor del University College de Londres, ha dicho: “Hasta ahora, el ruido había sido como la Cenicienta entre los tipos de contaminación sin que se le prestase demasiada atención”.