La tarde del 29 de octubre pasado se definió quién sería el próximo Contralor General de la República.
Ese día, Federico Humbert Arias presentó sus papeles ante la Secretaría de la Asamblea Nacional para optar por el puesto que Gioconda Torres de Bianchini dejará vacante el 31 de diciembre.
No habría ido al Legislativo a llevar su hoja de vida sin estar convencido de que tenía los 31 votos necesarios. Lo decían los analistas, los periodistas, y en los partidos políticos. Para esa fecha, se filtró que aparte de los 13 votos del Partido Panameñista y el Partido Popular, 12 diputados del Partido Revolucionario Democrático (PRD) le darían su apoyo, al igual que por lo menos otros seis de Cambio Democrático (CD), a estos últimos los lideraba el diputado Raúl Hernández.Pero, al día siguiente, la Asamblea sorprendió. Clausuró sus sesiones sin escoger al contralor. Fiestas patrias; al regreso, elecciones en algunos circuitos con diputados impugnados, y la ciudadanía volvió a respirar política. Llegaron las sesiones extraordinarias. El lunes 24 de noviembre revivió el pulseo por el cargo. La bancada del PRD se reunió, los de CD lo hicieron con su jefe, el expresidente Ricardo Martinelli, y el panameñismo hizo lo propio. Se reafirmó lo que ya se sabía: Humbert Arias, empresario, exembajador en Estados Unidos (EU) y exdirectivo de La Prensa, era el nuevo contralor. Al día siguiente, en una sesión legislativa sin sobresaltos, y con más elogios que cuestionamientos, casi que el Legislativo en pleno le dio su bendición. Contó con 60 de 61 votos. Prometió independencia y restituir el control previo. Nunca antes un contralor había generado tanta expectativa. “Es el efecto Bianchini”, dicen algunos. Es que en el quinquenio pasado la Contraloría, siendo el principal ente de control del país, se convirtió en una institución controvertida. A Torres de Bianchini, quien por 15 años trabajó como financista de las empresas de Martinelli, se le acusa de taparse los ojos frente a polémicos y millonarios contratos, de retirarle el control previo a varios ministerios y se le reclama el no auditar a funcionarios de su partido, CD, entre otros aspectos. Por eso Humbert Arias llegará al edificio de la avenida Balboa con un gran peso sobre su espalda. En la calle se le ve como una especie de redentor que sacará a la entidad del fango. En esta entrevista, reitera las promesas que hizo el día que fue electo, se aferra a la ley y de paso se desvincula del expresidente Martín Torrijos (2004–2009), en cuyo período fungió como embajador de Panamá en Washington, época en la que se aprobó el Tratado de Promoción Comercial con EU.
Federico Humbert
Contralor de la República
La gente se pregunta qué hace un empresario exitoso como usted en un puesto como la Contraloría, que ahora más que nunca está bajo el escrutinio.Uno tiene que recibir del país y yo he recibido mucho. Llega el momento en que uno tiene que dar de vuelta. El momento es oportuno. Es la oportunidad para un cambio genuino. Los niveles de credibilidad están tan bajos, la decepción de nuestro pueblo está tan arraigada (...) que cuando me hablaron de esta posibilidad decidí asumir el reto.
¿Quiénes lo convencieron para que aceptara?En realidad yo participé en toda la campaña política del presidente [Juan Carlos] Varela y en algunos momentos se habló de la posibilidad de ser parte del equipo de gobierno. Siempre dije (...) no tengo una obligación (...) yo no quiero que el presidente tenga una obligación conmigo; no tengo la obligación de aceptar nada. Es un tema que no estaba buscando. Luego, el presidente toma posesión, nombra su Gabinete y un par de semanas después hablé con el diputado [Adolfo] Valderrama y con el hermano del presidente [José Luis Varela]. Y allí se inició el proceso. Traté de distanciarme mucho de la política. Sin embargo, al final tuve que reunirme con los diputados, puesto que para poder lograr el voto (...) la gente decía (...) ‘sí, he oído hablar de él, pero no lo conozco’. Así que en esta oficina recibí a muchísimos diputados para decirles: esto es lo que quiero, esto es lo que aspiro. Se le relacionó con la campaña de Varela un día después de que eligieran a Isabel de Saint Malo como candidata a vicepresidenta. Había tenido conversaciones con el presidente Varela y siempre me pareció que Isabel era una gran candidata para vicepresidenta. Cosa que lo fue, y creo que está haciendo una gran labor. Es que sí, me siento parte de la sociedad civil, independiente, y estaban nombrando a una independiente.
Usted fue donante de la campaña.Sí, es correcto.
¿Cómo es su relación con el presidente Varela?Cordial. ¿Hablan a menudo?No, con excepción del día que fui electo, que a través de otra persona que hablaba con él por teléfono me lo pasó y me felicitó, con el presidente me comunico bastante poco, por no decir que casi nada. Es más, he visto al presidente cara a cara en los últimos dos meses, creo que dos veces. En una de ellas, yo salía de un restaurante y él entraba a una boda. Converso con el presidente de la Asamblea [Valderrama] y con Popi [José Luis Varela] sí, muchísimas veces más. De la misma forma que hablo con el jefe de la bancada del PRD [Leandro Ávila], algunos diputados del PRD, con Raúl Hernández, de Cambio Democrático, y otros diputados que me apoyaron.
¿Cuál será su primera tarea en la Contraloría?Lo que estamos haciendo es armar el equipo. Con gente de la Contraloría y con gente de afuera. En mi visita a la señora contralora le pedí (...) y ella me informó que todas las direcciones estarían vacantes para cuando yo entrara. Con excepción de un par de personas que tenían unos temas (...) que pueden ser movidas, y que tienen antigüedad en la institución.¿A quiénes ha llamado?Me he reunido en múltiples ocasiones con la subcontralora [Nitzia de Villarreal]. En realidad no me corresponde dar los nombres hasta que ellos no decidan. ¿Qué perfil tienen?Tienen que conocer la cosa pública, porque es importante saber cómo se maneja este aparato. Tienen que tener honestidad, integridad y disposición para trabajar. No es fácil conseguir gente. Aspiro a que cuando salgamos de aquí la gente quiera trabajar para un Gobierno.
¿Qué más habló con la contralora?Fui claro con ella de que las auditorías no debían cerrarse apresuradamente. Que la ciudadanía quiere que esas auditorías sean hechas con prudencia. Creo que ella recibió el mensaje alto y claro, si ese compromiso no se da (...) se reabren las auditorías.
No hay suficientes auditores, ¿que harán?De un presupuesto de $6 mil millones hace 10 años, hemos subido a $20 mil millones. Hay que proveer a la Contraloría de los recursos para hacer una buena gestión. Nadie puede reemplazar esa memoria institucional de los que están allí desde hace muchos años, pero hay que ir metiendo nueva gente, y gente con capacidad.
¿Auditará las megaobras del gobierno anterior: cinta costera tres, ampliación del aeropuerto de Tocumen, los aeropuertos del interior...?Auditaremos todas las obras. La labor nuestra es investigar, fiscalizar, todo lo que está ocurriendo. No vamos a investigar una obra sí, otra obra no. Todo lo que tenga cualquier suspicacia de dolo, será investigado.
¿Hará pública su declaración de bienes?Voy a hacer 100% lo que dice la ley. Preparé una declaración de bienes, la cual presentaré ante una notaría en su debido momento.
¿Los ciudadanos podrán tener acceso a ella?Que no le quepa la menor duda que en cualquier momento que mi persona sea acusada, señalada, lo podrán hacer. Eso es lo que dice la ley. Medios y sociedad civil han solicitado a la Contraloría declaraciones patrimoniales de exfuncionarios y se ha negado;
¿usted cómo va actuar?Voy a hacer estrictamente lo que dice la ley. La ley [59 de 1999] dice que hay que hacerlo público.Si la ley dice que hay que hacerlo público, hay que hacerlo público. Si la ley no lo exige, no lo puede hacer. La ventaja con esto es que la Contraloría se tiene que adscribir a lo que dice la ley.
En la Contraloría, precisamente, hay una denuncia contra el exministro Guillermo Ferrufino por enriquecimiento injustificado. De tocarle a usted examinar este expediente, ¿cómo lo evaluaría? Aquí lo que dice la ley es lo que se va a hacer. No entiendo bien la pregunta...
¿Qué tratamiento le daría al caso Ferrufino?El mismo que le daría a cualquier otra persona que tenga denuncias de malos manejos de fondos del Estado.
La administración de Torres de Bianchini fue bastante cerrada con los medios de comunicación. No dio entrevistas, no permitió la entrada a los medios. No hacía conferencias de prensa. ¿Cómo va a ser su estilo?
No sabía. Habiendo sido pseudoperiodista, entiendo las necesidades que tienen ustedes de información y esa necesidad nace de la necesidad de la ciudadanía de saber lo que está pasando. Sin duda, vamos a informar a través de los medios y a través de cualquier nota de prensa. O sea, como no conozco cómo trabajó usted con la Contraloría, no se cuál es la preocupación.
No yo, todos los medios tenían las puertas cerradas con esta contralora.No soy contralor todavía y aquí estoy dándole esta entrevista. Lo que sí no voy a hacer es estar robando cámaras. No soy amante de las cámaras. El día que yo dé una entrevista tiene que ser por temas puntuales, necesarios y que la ciudadanía tiene que saber.
¿Qué tanta influencia tendrá Torrijos en la Contraloría, teniendo en cuenta que usted fue su principal embajador?¿Y La Prensa tendrá influencia? Estuve 10 años en la directiva de La Prensa y dos en la Presidencia. Es más cercano aún (...) ¿no es lo mismo?
Es distinto, nosotros somos otra cosa, somos un medio, no estamos vinculados a un partido político.Yo apoyé a [Rubén Darío] Chinchorro Carles en su campaña; apoyé al presidente Endara; fui miembro de la cruzada civilista. Ni siquiera cuando fui embajador se me dictaba, o se me instruía. Hágame la pregunta esta: ¿usted por haber sido La Prensa, La Prensa va a afectar en su actuación como contralor? No, no va a afectar. Cuando estuve en La Prensa fui independiente y seguiré siendolo.