Ya sea por un accidente o por una enfermedad, el destino puede deparar duras pruebas con las que se tiene que lidiar por el resto de la vida.
Eso le ocurrió a Arelis González, de 29 años, quien quedó en silla de ruedas a raíz de un accidente automovilístico. Eso la ha hecho reflexionar y su conclusión es que los seres humanos deben estar conscientes de que hoy pueden caminar o ver, pero mañana podría ser diferente.
Arelis estudiaba y trabajaba, pero desde el accidente no puede realizar estas actividades, aunque lo intentó.
Pero no todos los casos de personas con discapacidad tienen esa clase de desenlace triste.
Roxana Alemán, de 30 años, perdió la visión a los 12 años por una enfermedad, pero eso no impidió que obtuviera dos títulos universitarios y hoy labora en la sección braile de la Biblioteca Simón Bolívar de la Universidad de Panamá.
O José Batista, de 53 años, quien perdió la visión a los 14 años y trabaja en el departamento de relaciones públicas de la Caja de Seguro Social. Batista considera que en los últimos años la vida de los individuos con discapacidad ha cambiado para mejor.