Comienza retorno de chepanos

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Residentes de la comunidad Chorrillo, en Cañitas de Chepo, comenzaron ayer a regresar a sus casas, tras los daños que provocaron las inundaciones del pasado 8 de diciembre, y a pesar de la amenaza de una nueva anegación.

La comunidad está a varios kilómetros del cauce del río Bayano, pero el pasado 7 diciembre, al igual que ocurrió con otras comunidades de Chepo, se inundó.

A las 10:00 a.m. de ayer, los lugareños miraban con preocupación la línea chocolate que en el horizonte formaba la crecida del río, provocada, una vez más, por el vertimiento de agua de la represa Bayano.

La empresa AES Panamá, responsable de la operación de la hidroeléctrica Ascanio Villalaz, aumentó ayer a cuatro las compuertas que, a dos metros de altura, abrió para botar el exceso de agua represada en el lago Bayano.

Un comunicado de la empresa indica que ayer a las 5:30 a.m. el nivel del lago Bayano estaba en 62.26 metros de altura –por razones de seguridad el máximo permitido debe ser 62.02– a pesar de que AES Panamá empezó los derrames de agua el pasado lunes. Si el nivel del agua llegara a 64 metros, se desbordaría totalmente.

En horas de la tarde, la empresa informó que el agua del lago había comenzado a bajar.

Aunque el vertido controlado del agua retenida en la represa es un mal presagio para los residentes de Chorrillo y otros sectores de Chepo, vecinos como Leonel Sarmiento regresaron a sus casas para no volver a salir de ellas.

Sarmiento se cansó de vivir “incómodo” en casa de unos familiares y a pesar de que su casa todavía está fría y húmeda, prefiere ocuparla antes de estar en cualquier otro lugar.

Con los pocos rayos de sol que se dejaron ver ayer en Chepo, Sarmiento secaba los muebles que quedaron tras la inundación. “Dejé todo. Saque a mi familia”, dice.

Carlos Gálvez, director regional de Salud de Panamá este, informó que a los moradores de Chorrillo les dieron el visto bueno para regresar a sus viviendas, luego de que funcionarios de la institución las lavaron y fumigaron.

Sin embargo, para otros vecinos de Sarmiento, regresar no es una decisión fácil de tomar.

Gálvez dijo que por la apertura de las compuertas se encontraban en estado de alerta.

El día de las inundaciones, Esther Sánchez alquiló dos pick up para trasladar todas sus pertenencias a un lugar seguro y viajó hasta Tortí para ponerse a salvo de las aguas de la represa. Además, en un bus propiedad de su pareja, se llevó a todo el que deseaba salir del área.

Fueron muchos los que literalmente huyeron del agua de la represa, cuando corrió el falso rumor que derrumbarían el muro de la presa auxiliar Viejo Pedro. Sánchez, con 18 años de vivir en la comunidad, al igual que sus vecinos, sabe que un escenario como este no dejaría “piedra sobre piedra” en el distrito de Chepo.

Ahora no puede regresar a su casa, porque dos de sus hijos son asmáticos y no puede arriesgarlos a que la humedad de las habitaciones los enferme y, por otro lado, está la amenaza del lago.

La incertidumbre sobre lo que pasará la tiene pernoctando en el día en su casa; en las noches se queda en una carpa colocada en el balcón de la vivienda de sus padres.

Sánchez, en tono de broma, dice que sus muebles están regados por todo Cañita y agrega que permanecerán en una casa alquilada hasta que la situación mejore.

Su vecina, Sabina Becheche, junto con su esposo e hijos, baldeaba ayer la casa donde vivió hasta que el agua del Bayano la desalojó. Ya no quiere vivir en esa casa.

La acompañaban sus hijos y su esposo, Maximiliano Montano, quien mostró las rajaduras que la fuerza del agua provocó en la vivienda que, según dice, tiene un valor de 75 mil dólares.

Montano aseguró que a la empresa AES Panamá le pasó lo que históricamente le ha ocurrido a muchos: “los que juegan con la naturaleza salen perdiendo”.

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