La caída del corotú hizo temblar la tierra.
Carlos Alberto estaba descansando en el puesto de comida que tiene cerca del Hospital del Niño, cuando escuchó el estruendo.
“Eran las 4:02 de la mañana... Yo me encontraba descansando y escuchaba que el árbol hacía ruido, hasta que se cayó levantando un gran polvorín”, contó consternado.
Minutos antes, David Robles estaba riendo y “chisteando” con un grupo de enfermeras y médicos que, como a él, les tocaba amanecer ayer.
Robles, de 25 años y recién graduado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, había entrado al trabajo a las 3:00 de la tarde del jueves 12 de noviembre, y a las 4:00 de la mañana de ayer viernes quiso cambiarse de ropa.
“Voy a buscar ropa para cambiarme”, les dijo a las enfermeras, aprovechando el tiempo de receso que le correspondía.
Robles salió del Hospital del Niño y fue a buscar su camioneta Toyota Prado, de color blanco, que estaba en un sector del estacionamiento que le corresponde al Hospital Santo Tomás. Entró al auto, encendió el motor y lo estaba conduciendo hacia otro sector del estacionamiento cuando le cayó el árbol encima.
A las 4:30 de la madrugada llegaron miembros del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc). Luego llegaron los policías y los bomberos. Más tarde, el personal de Ornato del Municipio de Panamá.
Frente al árbol inmenso de unos 50 años, los rescatistas sacaron motosierras y cadenas haladas por dos retroexcavadoras. Grúas Salerno ofreció equipo dos horas antes de que se sacara el cuerpo, pero lo rechazaron.
Carlos Cedeño, capitán de la Guardia Permanente del Cuerpo de Bomberos, explicó luego que la decisión se había tomado porque “se tenía todo controlado”.
Seis horas y 55 minutos después –a las 10:55 de la mañana– los rescatistas alcanzaron el auto aplastado y empezaron a levantar la capota con una “quijada de la vida”, (herramienta hidráulica de rescate) para sacar el cuerpo de Robles.