Además de ocuparse de las tareas domésticas, las mujeres de las zonas rurales participan activamente en la agricultura, la ganadería y la agroindustria. Sus hogares dependen de ello.
Investigaciones y estudios que sustentan iniciativas tales como el Programa Mujeres y Empresas de la Fundación para la Promoción de la Mujer, sostienen que la participación de la mujer en el campo es permanente. Pese a ello, desempeña estas tareas en una situación de desigualdad, por su condición de pobreza y de género; por eso le es limitado su acceso a los recursos y a la tenencia de la tierra.
De los títulos de tierras otorgados en Panamá hace casi una década, solo el 27% correspondió a mujeres, mientras que el 72.2% se le dio a hombres, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Panamá, citados por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El organismo mundial ha hecho público que se subestima la contribución de las mujeres en la agricultura de Panamá. Por lo general, ellas son consideradas trabajadoras no remuneradas, a pesar de que el 20.8% de los hogares rurales está en manos de mujeres, sostiene la FAO.
En ese aspecto, la tasa rural de participación de la mujer en la actividad económica del país para 1999 fue del 28.3% y para los hombres, de 83.5%.
Del 48% de las mujeres que trabajan en la zona rural, el 16% es remunerada y el 32% trabaja sin paga. Las ocupadas se distribuyen en el sector de servicios comunales y personales (48.4%); comercio, hoteles y restaurantes (29.7%); seguido del sector industria (10.0%), y agricultura y pesca (8.1%), según indicadores de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.