Cristóbal Salerno ha demostrado tener la habilidad para estar bien conectado con las altas esferas del poder. Quedó confirmado durante el quinquenio pasado. Con Cobranzas del Istmo logró un negocio hecho a la medida a costa de las arcas del Estado, y de paso ganó otros millones con la venta de impresoras fiscales luego de que los comerciantes fueran obligados por el Ministerio de Economía y Finanzas a adquirir esta tecnología.
Su cercanía con el partido Cambio Democrático (CD) quedó en evidencia la noche del 10 de octubre de 2013, cuando el entonces colectivo oficialista realizó una cena en el hotel Marriott para recolectar fondos para la campaña de su candidato presidencial, José Domingo Arias.
Salerno, uno de los grandes contribuyentes económicos de la plataforma que garantizaba la continuidad del partido de Ricardo Martinelli en el poder, se sentó en la mesa principal, la que estaba presidida por la estrella de la fiesta: Martinelli, el hombre que mandaba en Panamá en esa época. Eran buenos tiempos.
La maniobra política de CD se creía vencedora con las proyecciones positivas que les daban las encuestas. Y había que celebrar. Esa noche, por ejemplo, los invitados bebieron whisky Buchanan’s 18 años, champaña Veuve De Cliquot, vodka Grey Goose, además de vinos blancos y tintos de finas cepas.
El aporte económico que hizo Salerno a la fallida campaña de Arias, quizá era la manera de devolverle a CD los favores por los buenos negocios con el gobierno. Ya para entonces, Salerno era un comerciante curtido en la calculada estrategia de donar millones a los políticos. Él mismo confesó en una entrevista con La Prensa, publicada el 13 de agosto de 2006, que había “apoyado económicamente” a la campaña presidencial de Ernesto Pérez Balladares en 1994.
“Porque es mi amigo”, reveló. En ese tiempo declaró ser miembro del Partido Revolucionario Democrático (PRD), y de paso contó que también le había dado fondos a la campaña de Martín Torrijos para llegar al palacio de Las Garzas en 1999. En esos comicios Torrijos fue derrotado por Mireya Moscoso.
Dijo entonces que en 2004 no respaldó al hijo de Omar Torrijos porque ya había perdido. Por eso, contó, optó por apoyar “al arnulfista” José Miguel Alemán, “por la amistad que existe entre ambos”.
Pese a que no lo respaldó con sus millones, Salerno no tiene motivos para quejarse del gobierno del perredista Martín Torrijos.
Una funcionaria de su administración, la entonces gobernadora de Panamá Gladys Bandiera, archivó un expediente por posesión de explosivos que mantenía el comerciante en la Gobernación. “La existencia y posesión del material de guerra incautado en el allanamiento de mayo de 2006 data del mes de febrero de 1995”, por lo que, a criterio de Bandiera, no se le podía sancionar con una ley actual.
A Salerno se le vinculó con el hallazgo de 195 granadas y otros explosivos como TNT y C-4 en la empresa Servicios de Promociones Norma González, ubicada en Calidonia.