En el pasado quinquenio, Cambio Democrático (CD) intentó mostrar músculo, fuerza, supremacía. Se sentía poderoso. Tenía con que presumir: un millonario subsidio electoral, [11.8 millones], una directiva en el poder y 458 mil inscritos.
La cifra incluso hizo temblar al Partido Revolucionario Democrático (PRD) que se había jactado hasta entonces de ser el partido político más grande del país.
Del CD ruidoso, cuya cúpula está integrada por los funcionarios de mayor perfil del pasado gobierno, queda poco.
Ninguno de sus directivos se ha manifestado públicamente en defensa de su líder, el expresidente Ricardo Martinelli, luego de que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) iniciara el trámite para investigarlo después que Giacomo Tamburelli, exdirector del Programa de Ayuda Nacional (PAN), manifestara que el entonces mandatario le “ordenó” hacer el contrato por $45 millones para la comprar de comida deshidratada para las escuelas públicas del país.
Tampoco se han pronunciado por los escándalos de corrupción en la que están involucrados varios de sus anteriores compañeros de gestión.
Entre ellos, Rafael Guardia, el exdirector del PAN que está preso por los delitos de peculado, fraude contra la administración pública y corrupción de funcionarios; y Gustavo Pérez, y Alejandro Garuz, quienes también están tras la rejas acusados de haber cometido el delito contra la inviolabilidad del secreto y el derecho a la intimidad.
El silencio de los “pesos pesados” de CD hizo ruido cuando Luis Eduardo Camacho, vocero de Martinelli, y la exministra Alma Cortés, subsecretaria de CD, convocaran a conferencias de prensa y marchas para protestar por las acciones contra exfuncionarios y principalmente luego de que la CSJ diera luz verde para investigar a Martinelli.
Hablaron de “justicia selectiva”. Frente al Ministerio Público y en la plaza de Santa Ana, se congregaron ciudadanos con pancartas y banderas con los colores del partido, pero no se vio por allí a Rómulo Roux, secretario general; a los vicepresidentes: Rogelio Baruco, Roberto Henríquez, y Mario Miller; a Frank De Lima, tesorero; a Roberto Linares, subtesorero; ni a José Muñoz Molina, subsecretario de Organización.
Tampoco estuvieron: José Pablo Ramos, secretario de Organización; ni los directores: José Raúl Mulino, Aníbal Galindo, y José Domingo Arias, este último fue el candidato presidencial del partido del exmandatario en las elecciones generales de 2014.
La semana pasada el Tribunal Electoral aprobó levantarle el fuero electoral para que pueda ser investigado por uso de recursos del Estado en política.
Este medio intentó obtener la versión de cada uno de los miembros de la junta directiva de CD sobre la investigación contra Martinelli y sobre los escándalos de corrupción que salpican a sus copartidarios. Solo contestó Ricardo Quijano, quien forma parte del Comité Político del colectivo martinellista.
“Nosotros consideramos que estamos siendo víctimas de persecución, ya que vemos que hay selectividad en lo que se está haciendo, no se está llamando a todas las personas involucradas”, aseguró.
—¿Por qué no ha salido a defender la pasada administración donde usted fue ministro cómo lo han hecho miembros de las bases de CD?, se le consultó.
Respondió de esta manera: “hay algunas personas que están demostrando... el señor Camacho y Alma [Cortés] han tomado algún liderazgo, ellos están en su derecho, pero yo personalmente creo que no es el momento [de manifestaciones]. Debemos de tener calma en estos momentos y enfocarnos en la organización del partido, la parte de capacitación, institucionalidad”.
¿DÓNDE ESTÁN?
Hasta hace pocas semanas Roux y Martinelli eran una dupleta inseparable. Aparecían juntos en restaurantes, se dejaban fotografiar en reuniones y pidieron votos para los candidatos de CD en los comicios parciales del pasado 20 de diciembre.
Sin embargo, el secretario general de CD desapareció de la escena pública luego de que se iniciara el terremoto suscitado por las escuchas telefónicas, y la acción de la Corte contra Martinelli.
A Roux, quien aparece en la lista de “pinchados” por el otrora Consejo de Seguridad Nacional de Martinelli se le llamó al menos cuatro veces antes de publicar esta nota. También se le envió mensajes por Whatsapp, los vio pero no respondió. Igual medida aplicó La Prensa para obtener una respuesta del resto de la directiva.
Analistas, miembros de partidos políticos y representantes de la sociedad civil también se preguntan: ¿dónde está Frank De Lima?
El exministro de Economía y Finanzas del quinquenio pasado era considerado uno de los hombres clave de CD: tenía en sus manos el manejo del presupuesto general de Estado que solo para 2014, alcanzó $17.7 mil millones.
De Lima, por ejemplo, jugó un papel determinante para que Arias lograra el triunfo en las primarias de CD y se quedara con la candidatura presidencial del partido.
También se la acusa de apadrinar la estrategia reeleccionista de los diputados de CD y el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista, a los que el MEF les otorgó partidas secretas por $321 millones.
El exministro de Economía y Finanzas también hizo parte del consejo directivo del PAN, instancia que de acuerdo a la norma de la entidad debe “fiscalizar y evaluar la ejecución de los planes y proyectos” de la institución.
Vocero incansable de la era del “cambio”, De Lima también fue mencionado por Rafael Guardia en una de sus más recientes indagatorias. El exdirector del PAN dijo que De Lima traspasó fondos del MEF al PAN para la compra de miles de bolsas de comida [por $12.5 millones] que 26 diputados, 25 de CD y 1 del PRD [Raúl Pineda], repartieron en plena campaña política.
Pero si la cúpula de CD está cabizbaja, la representación de este partido en el Legislativo no está mejor.
Analistas consultados manifiestan que las acciones de los diputados de este colectivo en la Asamblea es la radiografía de una bancada débil y cariñosa con el oficialista Partido Panameñista. Y las bases también se empiezan replegar.
Los números del Tribunal Electoral lo dicen: de 458 mil adherentes que tenía hace un año, hoy quedan 393 mil miembros.