La tarde del pasado domingo la psicóloga Valentina Hernández vivió lo que ella califica como un infierno.
En una denuncia efectuada a este diario indicó que cuando caminaba junto a su novia por la calle Cuarta del Casco Antiguo, decidieron darse un corto beso “como lo hace cualquier pareja”.
La demostración de afecto fue vista por un funcionario del Servicio de Protección Institucional (SPI) quien les llamó la atención por estar realizando a su juicio “algo indebido”.
Ante la amonestación verbal, Hernández solicitó mayor información sobre la ley que estaría violando. La reacción ofuscó al funcionario, según su relato.
Luego de que el uniformado solicitara refuerzos, Hernández cuenta que al lugar se presentaron 10 agentes del SPI, incluyendo a dos mujeres, también uniformadas.
Tras retenerle la cédula de identidad y el teléfono celular, Hernández indica que las trasladaron a la subestación policial de El Chorrillo.
En la estación policial, según Hernández, una funcionaria le levantó el vestido en una nueva revisión corporal. “Sentí que me tocaron toda. Me pasaron las manos por los genitales. Fue asqueroso. A mi novia le pidieron que se bajara los pantalones”, recordó visiblemente indignada.
Transcurridas unas horas, un agente policial le solicitó firmar un documento de tres páginas “que no me dejaron leer completo y en donde los liberaba de toda responsabilidad.
“Firmé porque no quería pasar la noche en una celda”.
Cerca de las 9:00 de la noche, la pareja fue trasladada al juzgado nocturno de Calidonia, donde una juez les otorgó libertad tras una amonestación verbal, no sin antes indicarles que si las llevaban de nuevo por el mismo motivo “esta vez sí las sancionaría”, explicó.
En una nota enviada a este medio por voceros del SPI, se indicó que la detención de Hernández y su pareja se efectuó por “libar licor en la vía pública”.
Esta versión contrasta con el acta policial firmada por el subteniente Alfonso Rodríguez, en donde se indica que el procedimiento se hizo por “entorpecer la labor policial y realizar actos inmorales en la vía pública”.
Para el abogado constitucionalista Miguel Antonio Bernal, la detención constituye una violación a los derechos humanos, pues no existe ninguna ley que prohíba a dos personas besarse en la calle.