La luz se pone en rojo, los carros se detienen y al “escenario” sale Luis Iglesias, un joven guna con tres clavas (parecidas a los pinos de bolos) en las manos. Comienza su rutina lanzando cada una al aire. Una rutina que demora en promedio 30 segundos. Las pasa por detrás de la cabeza, entre las piernas, y se coloca una en perfecto equilibrio en la frente.
Al terminar, saluda a los conductores, pasa junto a cada vehículo respetuosamente, con una sonrisa. Recibe un par de monedas y sale corriendo para descansar. Justo cuando la luz se pone en verde.
Escenas como esta pueden encontrarse en los semáforos de varias intersecciones viales de la ciudad.
Los malabaristas callejeros pueden ser vistos en diversos puntos de la avenida de la Paz, la 12 de Octubre, vía Brasil o la Manuel E. Batista, entre otras.
Grupos de jóvenes, tanto gunas como extranjeros, han proliferado por la ciudad, utilizando las artes circenses como forma de vida. En la actualidad hay alrededor de 14 jóvenes practicando este arte en las calles de la capital.
Se pueden ver desde aquellos que hacen peligrosas maniobras con fuego, los que juegan al equilibrio con bolas de cristal, hasta los que se lanzan pelotas mientras pedalean en monociclo.