Cuando Clementine entró a Lacuna Inc., dispuesta a que el doctor Howard Mierzwiek le borrara parte de su memoria, no tenía dudas: quería olvidarse hasta del día en que conoció a Joel.
En la clínica, un procedimiento científico operó selectivamente sus recuerdos, y sacó como con pinzas lo bueno y lo malo de esa relación sentimental que le producía tanta angustia.
Borrar recuerdos pareció una tarea científicamente sencilla, pero posible solamente en esta película, El eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), cuyo libreto firmado por Charlie Kaufman le mereció el Óscar a mejor guión original.
Sin embargo, hace cuatro meses, científicos de la escuela de medicina de la Universidad de Johns Hopkins hallaron un método que permitiría suprimir los recuerdos traumáticos, haciendo que el filme dirigido por Michel Gondry y protagonizado por Jim Carrey y Kate Winslet, cambie su etiqueta de “fantasía” por la de ciencia, ciencia de verdad, no de ficción.
Los investigadores, liderados por Richard L. Huganir, descubrieron el proceso de asentamiento de una memoria dolorosa en el cerebro –específicamente en la amígdala cerebral–, lo que podría traducirse en la posibilidad de manipular un recuerdo con medicamentos y terapia conductual para condiciones de desórdenes de estrés postraumático.
El sitio web del Johns Hopkins Medicine presenta un resumen de los hallazgos publicados en la revista Science Express.
Para entender el proceso de formación de un recuerdo traumático, los científicos observaron en ratones el comportamiento de las proteínas de las células nerviosas y descubrieron que una de ellas, la AMPARs permeable al calcio, aumentaba conforme lo hacía la sensación de miedo, lo que los llevó a la conclusión de que al eliminar esta proteína, se debilitaban las conexiones cerebrales del trauma, permitiendo una ventana más amplia de tratamiento.
A pesar de lo curioso o imposible que parece, esta no es la primera vez que científicos buscan la forma de eliminar de la memoria los malas experiencias. En 2005, BBC Mundo registró que un equipo de psiquiatras de la Universidad de Cornell, en Nueva York, Estados Unidos, descubrió en pruebas con animales que un medicamento utilizado para reducir la presión arterial (el betabloqueador propanolol) podía interferir en la forma que tiene el cerebro de almacenar recuerdos.
Tres años después, investigadores del Colegio Médico de Georgia lograron eliminar recuerdos específicos sin dañar el cerebro de los roedores. Lo hicieron desarrollando un método que producía un exceso de una enzima relacionada al aprendizaje en el cerebro de ratones modificados genéticamente.
Primero sometieron a los animales a una rutina en la que cada vez que escuchaban un sonido, recibían un choque eléctrico en la pata.
Después de aplicarles el método, lograron borrar el recuerdo específico sin alterar nada más; entonces los ratones no sentían temor al escuchar el sonido.
Un año más tarde, en 2009, el diario español El País publicó un reportaje en el que se hablaba de un inhibidor de la enzima cerebral PKM zeta, llamado ZIP. Este inhibidor, utilizado también en ratones, se mostraba capaz de eliminar por completo un recuerdo concreto, que el animal hubiera reactivado en el momento.
Por otro lado, el reportaje mencionaba también que la memoria es tan manipulable y maleable que se puede implantar memorias falsas en la mente de las personas, mezclando datos reales con imaginarios, a través del uso de la psicología, tal como lo planteó el director Christopher Nolan en su reciente cinta Inception.