Era la 1:52 de la tarde de ayer, cuando el centro bancario panameño se estremeció, no por la devaluación de alguna moneda o una fluctuación bursátil, sino por una explosión ocurrida cuando un camión de la empresa Tropigas abastecía de gas la cocina del restaurante Sushi Express, ubicado en la calle Beatriz M. de Cabal.
Kirla Araúz, una empleaba bancaria, conducía su vehículo en medio del rutinario tranque, cuando observó que la gente huía despavorida por las calles y los automóviles comenzaron a girar en mano contraria.
Empleados bancarios, huéspedes de hoteles y usuarios del centro financiero corrían para alejarse de las llamas y el humo que salía de la planta baja del “América”, un edificio de cuatro pisos que, en su planta baja, albergaba al Sushi Express.
Joel Bustamante, un oficial bancario, dijo que cuando escuchó el estruendo, pensó que se trataba “de un terremoto”. Y Roxana Espinosa, secretaria en una agencia de seguros, que era un ataque terrorista. María Fernández, quien realizaba una diligencia en la Notaría Tercera, a pocos metros de la explosión, narró que trató de huir, pero la onda expansiva la hizo caer al piso.
Gustavo Adolfo Becquer, empleado de la firma forense Carrillo & Asociados, dijo que ayudó a uno de los trabajadores de Tropigas herido en la explosión. Tenía quemaduras en el rostro y en el brazo. “Lo dejé en la acera y vi cómo el fuego subía por el edificio”, recordó.
El personal del hotel Marriott intentó ayudar con sus tanques de extinción, pero las llamas ya consumían el edificio América. Sus viejas paredes internas de madera o gypsum, lo hicieron más fácil.
Más de 10 carros cisterna, 150 bomberos, 20 miembros del Sinaproc y medio centenar de policías intentaban apagar el fuego y poner orden en el caos.