Los deportes extremos han llegado para quedarse. Si hace algunos años su práctica era una especie de "pasatiempo excéntrico de niños bien", lo cierto es que cada vez son más las disciplinas que se suman a la oferta de deportes de riesgo y cada vez más los que se animan a practicarlas.
Paintball, rafting en el río Mamoní, paracaidismo, buceo en bosques submarinos del Caribe, en las islas del Pacífico -¡hasta en el Canal!-, surf extremo en puntos secretos o en lugares tan conocidos como Bocas, hiking, alpinismo, rappel en la selva y hasta en la ciudad: la oferta es abrumadora y hay para todos los gustos y precios. Y lo más interesante es que todo sucede a menos de dos horas de la ciudad. Panamá es una especie de meca sagrada y todavía poco reverenciada: la naturaleza del istmo es el escenario perfecto para la práctica de muchos de estos deportes.
Buena vida
El auge internacional de los deportes extremos está ligado a la estandarización de la vida moderna. Cada vez más el ser humano se entrega al mundo enredado de los ordenadores. Construye la sensación de que la vida, de alguna forma, siempre está en otro lado. El instinto salvaje debe ser liberado y es allí donde los deportes extremos encontraron su tierra fértil: ofrecen a sus fieles una nueva especie de redención. La de la adrenalina.
Cómo pasa, por ejemplo, con el paintball, que se practica en Panamá desde hace ya 20 años pero que ha tenido un fuerte resurgimiento en los últimos meses con la apertura de algunos espacios nuevos. El paintball es esa especie de guerra simulada que generalmente se juega en espacios abiertos en la naturaleza,. El buceo es otra de las actividades que marca la pauta. Hay una excursión que muchos conocen pero pocos han realizado, que es sumergirse en las aguas del Canal, donde puede verse -solo en verano- desde un tren antiguo que data de comienzos de siglo, de la época de la construcción del Canal Francés, hasta las dragas y los restos de un poblado de la misma época. O el naufragio del Byron, un barco asentado a unos 10 pies de profundidad frente al Club de Yates del Lago Gatún. Todo sumergido. Y además el paracaidismo o el surf que no paran de crecer con puntos nuevos que cada tanto descubren operadores y deportistas. La ola está creciendo, es diversa y todavía hay tiempo de subirse. paintball es esa especie de guerra simulada que generalmente se juega en espacios abiertos en la naturaleza,.
El buceo es otra de las actividades que marca la pauta. Hay una excursión que muchos conocen pero pocos han realizado, que es sumergirse en las aguas del Canal, donde puede verse -solo en verano- desde un tren antiguo que data de comienzos de siglo, de la época de la construcción del Canal Francés, hasta las dragas y los restos de un poblado de la misma época. O el naufragio del Byron, un barco asentado a unos 10 pies de profundidad frente al Club de Yates del Lago Gatún. Todo sumergido.
Y además el paracaidismo o el surf que no paran de crecer con puntos nuevos que cada tanto descubren operadores y deportistas.
La ola está creciendo, es diversa y todavía hay tiempo de subirse.
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