PROVINCIA OLVIDADA

Frank Ábrego, el zar de Darién

Frank Ábrego, el zar de Darién
Frank Ábrego, director de Senafront


Frank Ábrego luce poderoso al caminar: uniforme de talle perfecto, botas negras relucientes sobre caminos toscos y mirada inquisidora. Un retrato de su autoridad y la de su Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) en la jungla de Darién.

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No toma mucho tiempo darse cuenta del control que tiene el Senafront en esta provincia. Unos metros después del arco que anuncia la entrada a Darién, los uniformados aparecen de par en par a cada tanto. Llevan armas de alto calibre, están camuflados y muestran un rostro imperturbable.

A lo largo de la carretera –estropeada–, también se observan incontables carteles en los que posan miembros del Senafront. En las fotografías, en cambio, aparecen sonrientes y con gestos afables, se hacen acompañar por niños e invitan al reclutamiento. “Senafront: héroes del pueblo”, anuncia el escudo que lleva cada uno de estos carteles.

A medida que los vehículos se acercan a los pueblos, aparecen los uniformados con más frecuencia, al igual que camionetas doble tracción con una pintura de camuflaje. En Metetí, a casi cuatro horas de la ciudad de Panamá, aparece el cuartel principal del Senafront. Allí se incrementan los anuncios de esta institución que ahora exhiben a sus miembros cortándole el cabello a niños, alimentando a niños, vacunando a niños, estudiando con niños, sonriendo, conversando, ayudando, bajo la lluvia, bajo el sol, un payaso miembro de la institución animando una fiesta; más niños.

Frank Ábrego, el zar de Darién
Frank Ábrego, director de Senafront

“Ellos hacen muchas cosas por la comunidad. Es una buena labor la que hacen”, dijo una señora alrededor de 50 años. “Han tenido errores, nada grave, pero su labor es muy buena en Darién”, dijo un hombre de unos 35 años. Casi la mayoría de los entrevistados por este diario opinó igual.

Otros, en cambio, lo ven de otra manera. “Demasiado despliegue”, afirmó uno; “están por todos lados. Ellos controlan todo, pero quién los controla a ellos”, afirmó otro. Ninguno quiso revelar su nombre por miedo a represalias.

CONTROL EN DARIÉN

Frank Ábrego asumió la dirección del recién creado Senafront en 2008, a sus 45 años. Conocía del tema fronterizo, ya que en 2007 había sido nombrado como jefe de la Dirección Nacional de Fronteras. Un años antes había sido ascendido a comisionado, mayor rango en la Policía Nacional.

Antes de eso estuvo en la Dirección Metropolitana en la Policía Nacional, y antes en las Fuerzas de Defensa. Allí ingresó en 1986, un año después de graduarse en la escuela militar General Francisco Morazán, en Honduras.

Fue esta hoja de vida la que le valió para que el expresidente Martín Torrijos lo escogiera para dirigir el Senafront, una institución creada para “proteger la vida, honra, bienes y demás derechos y libertades de quienes se encuentren bajo la jurisdicción del Estado, conservar el orden público, prevenir, reprimir e investigar los hechos delictivos y las faltas, en las fronteras terrestres y fluviales de la República de Panamá”, según resume el Decreto-Ley 8 de agosto de 2008.

A partir de ese momento, Ábrego y su Senafront comenzaron una nueva etapa en Darién, ya que el Estado le dedicó mayores recursos y mayor autoridad a la protección de la frontera darienita ante cualquier invasión de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y sus inclinaciones hacia el narcotráfico.

“Esto es una marea. Sube y baja, todo depende del tráfico de droga. Las FARC no tienen ningún campamento en nuestro país”, contestó Ábrego a este medio durante el Consejo de Gabinete que se realizó en Darién a finales de enero pasado.

Ese día, el comisionado viajó hasta Panamá para acompañar al presidente Juan Carlos Varela  hasta Darién. La primera parada de la comitiva presidencial fue en la base del Senafront para dar una conferencia sobre la incautación de unas 10 máquinas para extraer oro en los ríos darienitas. Mientras Ábrego hacía el anuncio acompañado del mandatario, el resto del Gabinete aumentaba a más horas la espera en el centro educativo Marcos Alarcón.

El Presidente y el director del Senafront llegaron con un retraso de alrededor de tres horas. De inmediato, sus subordinados le comenzaron a hablar al oído; Ábrego caminaba con un rostro serio, lentes oscuros y las manos detrás de su cuerpo. El colegio estaba en buenas condiciones para la reunión, pues en los días previos el Senafront se había encargado de hacerle todas las mejoras posibles.

“Esto es parte de nuestra tradición, de nuestra doctrina. Senafront no apareció aquí ayer, fuimos parte de la Policía Nacional. Lo que sufre el darienita, lo sufrimos nosotros. Si la gente tiene hambre, nosotros lo sufrimos porque tenemos que ver cómo le damos de nuestra propia comida”, explicó Ábrego sobre la integración de la institución con la comunidad, pese a que la misma no está contemplada en la ley que la crea.

Sobre los cuestionamientos a la realización de estas funciones, Ábrego se mostró despreocupado. “No sé cuál es el miedo que le tiene la gente al uniforme. En la vida posdictadura, el Senafront y la Fuerza Pública han sido garantes de las elecciones. Lo que el pueblo decide, eso es lo que nosotros respetamos”, afirmó con una voz sosegada y nasal, ni aguda ni grave, con una entonación similar a la del general Omar Torrijos, quien en 1968 dio el primer y único golpe de Estado militar en Panamá que duró hasta 1989 con el arresto de Manuel Antonio Noriega.

ROCES DEL SENAFRONT

En 2012, la institución fronteriza decidió sacar todo su arsenal para rendirle honor a la patria. Durante los desfiles del 3 y 4 de noviembre, el Senafront marchó uniformado, con armas y equipos de movilización. También llevaba sus rostros con pintura de camuflaje.

Su presentación causó que la sociedad civil consideró que esta era una muestra del poder que acumulaba Senafront, que en los últimos cinco años ha manejado $335 millones. El malestar por el desfile incluso causó divisiones dentro del Gabinete del expresidente Ricardo Martinelli.

Frank Ábrego, el zar de Darién
Frank Ábrego, director de Senafront

Unos días después, la Alianza Ciudadana Pro Justicia denunció ante el Ministerio de la Presidencia que Ábrego se extralimitaba en sus funciones, pues había firmado como organizador una invitación a un foro civil sobre Darién.

Otras agrupaciones de la sociedad civil también cuestionaron la represión del gobierno de Martinelli en las protestas en Changuinola en 2010, donde Senafront –y otros grupos de seguridad– fue llamado a apoyar a la unidad de control de multitudes de la Policía.

"Al final, la gente lo que necesita es cariño".


Frank Ábrego
Director de Senafront

Sin embargo, en Darién Senafront es visto como una institución que cuida a las comunidades. El respeto es tanto, que Humberto Ramos, recién nombrado gobernador de la provincia, máxima autoridad en la región, fue quien acudió a la base del Senafront para mostrarle su respeto a Ábrego, según el propio Ramos le reveló a este diario.

“Al final, la gente lo que necesita es cariño”, explica Ábrego las causas del estima que le tienen los darienitas. La frase es muy parecida a una que popularizó a Torrijos cuando comandaba el país: “El que da cariño, recibe cariño”. Al parecer, el uniforme unifica pensamientos.

 

 

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