En el ámbito de la cultura, el nombre de Roberto Enrique King es familiar. Pero en las últimas semanas ha estado más en la palestra por ser uno de los líderes del movimiento que promueve la Asociación de Teatristas de Panamá, en rechazo de la posible fusión del Instituto Nacional de Cultura (Inac) con la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), idea contemplada por el presidente, Ricardo Martinelli, dentro de sus planes de gobierno.
King habla de su posición sobre este tema.
¿Qué significaría para la cultura fusionar el Inac con la ATP?
Retroceso, involución. Si nuestras autoridades fueran conscientes de la importancia de la cultura para nuestra conformación como ciudadanos pensantes e integrales, hace tiempo el Inac debió haber avanzado hacia un estadio superior en su desarrollo como institución. Estamos a favor de que la cultura se convierta en tema de agenda de Estado y en prioridad gubernamental, pero difícilmente, fundiéndola con una entidad mucho más fuerte y desarrollada como la ATP, pueda lograrse. Volvería a pasar lo que pasó cuando estuvo unida al deporte.
¿Qué necesidades tienen los artistas que puedan ser resueltas en una institución como el Inac?
El Inac, como regente oficial de la cultura, tiene la obligación de preparar la plataforma indispensable para ejecutar las acciones que potencien nuestro desarrollo cultural, artístico e intelectual, y que facilite a los creadores y gestores organizados el hacer lo suyo, ofreciéndoles mejores condiciones y mayores recursos de diversa índole, infraestructuras, espacios, etc., y creando subvenciones, fondos concursables, leyes e incentivos consecuentes con tal gestión. Es decir, elaborar e implementar, con el apoyo y consulta con los sectores involucrados, las políticas culturales nacionales, definidas, funcionales y actualizadas, que no existen.
¿No cree usted que la institución se manejaría con mejor presupuesto al integrarse con la ATP?
En principio no lo creo, pero esto queda en el plano de la especulación, pues no tenemos la mínima idea de cuáles son las bases o sustentaciones que tiene el Gobierno para aupar un proyecto como éste. Ni siquiera sabemos si existe un anteproyecto o un documento que lo fundamente, o si no es más que una idea espontánea sin desarrollar. Nos gustaría mucho escuchar los planteamientos de los ideólogos de la fusión y poder establecer los diálogos y discusiones que vengan al caso.
Siempre se ha hablado de elevar el Inac a la categoría de ministerio. ¿Cuál sería la ventaja de cristalizarse esta idea?
Que en el país haya un Ministerio de Cultura es el ideal de cualquier artista, creador o gestor, pero debemos ser objetivos en esto. Veo el ministerio como un proyecto a mayor plazo, que debe comenzar a trabajarse ya, y que debería ir aparejado con la creación de una ley nacional de cultura. En términos más inmediatos, me parece más viable elevar el Inac a autoridad de cultura de Panamá, con rango de ministerio, previa su progresiva reestructuración general. Creo que sería un paso en la dirección correcta. Lo recomendable de esta fórmula creo que lo demuestra la exitosa metamorfosis, a mi parecer, que sufrió el Ipat.
¿Hay productos artísticos exportables en todas las áreas?
Talento hay, lo que hace falta en algunas áreas es más rigor y profesionalidad en cuanto a la forma en que se enfrenta o desempeña la disciplina artística. Esto incluye el perfeccionamiento en términos de formación y capacitación, la lectura y actualización constante, el conocimiento y referencias de qué pasa fuera de nuestras cuatro fronteras, por ejemplo. Pero, en general, sí creo que hay productos artísticos exportables en todas las áreas, aunque en desbalance, pues hay áreas más desarrolladas que otras, pero uno o dos ejemplos –con acabado internacional, por disciplina– podríamos poner a circular.
La pasada administración gubernamental trabajó en una ley de cultura. ¿Qué opina usted?
El anteproyecto de ley de cultura que trabajó la administración anterior del Inac, con la asesoría y colaboración de especialistas del Convenio Andrés Bello, es un buen punto de partida y referencia para cualquier proyecto ambicioso y con perspectiva contemporánea que se quiera enfrentar. Esta iniciativa entiendo que se paralizó con la muerte del anterior director de la institución, Anel Omar Rodríguez, así que nunca llegó a la Asamblea. Desafortunadamente, tampoco fue debidamente consultado con los directores implicados y adolece de desequilibrios en el tratamiento de sus distintos componentes, pero nada que no pueda ser remediado con un trabajo riguroso conjunto entre las distintas partes interesadas y especialistas nacionales e internacionales, creo. El documento tomó en cuenta experiencias desarrolladas exitosamente en otros países latinoamericanos, y maneja conceptos y estructuras que apuntan a darle un vuelco a la manera de administrar y gestionar cultura desde el Estado.
¿Qué cree usted necesita Panamá para mejorar en lo artístico-cultural?
Necesitamos, reitero, políticas culturales estatales; políticas que vayan más allá de los gobiernos quinquenales. Y esto se podría resolver con la creación de una ley de cultura, que contenga una visión muy bien pensada, integral y actualizada, que facilite que nos convirtamos en un país en donde el auge económico y el cultural vayan de la mano.