‘Geopolítica’ del narco

‘Geopolítica’ del narco


Es cierto. Colombia y México son los dos países latinoamericanos que han llevado la peor parte de la violencia generada por el narcotráfico. El primero por ser pionero en el multimillonario negocio de la cocaína, y el segundo por heredarlo. Pero no son los únicos. El tráfico de drogas ha mutado y la espiral de delitos que provoca afecta hoy día a casi todas las naciones del continente.

De acuerdo con investigaciones difundidas recientemente en Panamá por la periodista Martha Soto, jefa de la Unidad de Investigación del diario El Tiempo de Colombia, a pesar de que ese país ya no es “el gran patrón”, sigue liderando la producción de cocaína a través de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y de cientos de nuevas estructuras que se conocen como bacrin –diminutivo de bandas criminales– o como baby carteles.

Entre sus “indicadores” destaca el haber sido el primer país en colocación de carros-bomba, el primero en periodistas asesinados –125 en los últimos 13 años– y el primero cuya sociedad puso las rodillas en el piso tras doblegarse ante los “amos” del negocio, según Soto.

México, por su lado, es considerado actualmente como la nueva “cabeza de la hidra”, un escenario donde al menos media docena de grandes carteles se disputan el mercado y se reparten –a tiros– un crecimiento de 715% en el último año, dato aportado por la Agencia Federal Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

Desde que las autoridades mexicanas declararon la guerra al narcotráfico en 2006, los enfrentamientos han dejado ya cerca de 28 mil muertos.

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