El cierre de la VIII edición del Panamá Jazz Festival se convirtió en una intensa experiencia, favorecida por un entorno como el del Casco Antiguo, revitalizado por la gente que acudió en masa ante la ausencia de autos.
Esta ilusión de una urbe peatonal duró lo mismo que el concierto, desvaneciéndose al sonar las últimas notas –pasadas las 9:00 p.m.–, al igual que los 60 policías y los 50 colaboradores de la Oficina del Casco Antiguo, encargados de organizar a los visitantes.
A lo largo de la tarde, la continua afluencia de público aumentó hasta llenar, pasadas las 6:00 p.m., la Plaza Catedral. Tanto nacionales como extranjeros se mezclaban en improvisadas reuniones que, sin prestar demasiada atención a la música, sí eran aderezadas por las melodías que a esa hora emitían conservatorios como New England o el Berklee Global Jazz Institute, generando un ambiente que atrajo a más de 6 mil personas.
El cartel lo abrieron los jóvenes becados de Descubriendo Talento, a cargo de la Fundación Danilo Pérez, seguidos por Carlos Ubarte y P. Mauriat Jazz Quartet y Crossroad High School. No podían faltar a la cita las escuelas musicales invitadas, como el Conservatorio de París o La Fundación Tónica de México, complementado por actuaciones de escolares, como el muy aplaudido grupo de tamborito de Ricaurter Villarreal.
El colofón lo puso el quinteto de Vitín Paz, trompetista nacional a quien se dedicó este evento, y el trío de Danilo Pérez que exploró los sonidos de su último disco, Providencia, que, además de las buenas críticas recibidas, se encuentra a las puertas del Grammy.