Eran las 8:45 a.m. cuando por primera vez en el país 500 estudiantes panameñas se reunieron con una valiosa meta en mente: discutir los valores que están en peligro dentro de la población femenina.
Aquel encuentro empezó con ponencias sobre dignidad, la influencia de la tecnología, el rol de la mujer en la sociedad, la diferencia entre libertad y libertinaje, el respeto y la tolerancia, y la presión de grupo. Los mensajes, en sí, no eran nuevos. Su emisor, por otro lado, sí había cambiado.
No eran profesores, facilitadores, ni expertos en la materia los que se tomaron la difícil labor de captar la dispersa atención de un grupo tan grande. Con aplomo y autoridad, seis estudiantes fueron distinguidas con la labor de exponer frente a sus iguales, temas de preponderancia en la sociedad.
Luego de las ponencias, las 500 estudiantes se reunieron en mesas de 10 para discutir maneras reales y prácticas de aplicar lo aprendido e influir en su entorno.
Graciela Arango, de la Academia Interamericana de Panamá, habla con orgullo del foro en el que expuso sobre la dignidad.
“Para mí significa mucho saber que hay otras personas que están motivadas a hacer una diferencia, a crear un camino”, señala Arango, que es también presidenta del club de debate de su escuela.
Lo más importante, explica, es que ahora ella y otras jóvenes se han convertido en multiplicadoras de todo lo que han aprendido, y pueden llevarlo a las comunidades, a su familia y a sus amigos.
Génesis Ríos, quien expuso sobre el respeto y la tolerancia, comenta que las capacitaciones les han ayudado a abrir puertas a propósitos que pensaban que no podían cumplir.
Mediante el foro, señala la estudiante de la escuela Padre Segundo Familiar Cano, se logra que “la juventud vea el lado positivo de la vida”.
Adela Rodríguez, Carla Díaz, Miriam Hernández y Elisa Suzman fueron las otras cuatro oradoras, de escuelas públicas y privadas, que con sus palabras arrancaron risas, pesados suspiros y despertaron, dentro de sus compañeras, una motivación que yacía somnolienta.