De la mano del boom comercial que se generó alrededor de la selección nacional, comenzó a gestarse un fenómeno que explota cada tarde en la ciudad: el de la fascinación de los más pequeños por darle patadas a un balón. Por eso, las escuelitas de fútbol comenzaron a florecer en la ciudad.
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En Soccer Center, el complejo que se encuentra detrás del Global Bank de Vía Brasil, el crecimiento es sorprendente.
"Cuando abrimos hace tres años, sólo teníamos 20 alumnos. Hoy superamos los 80. Y tenemos niños de todas las edades y hasta niñas", informa Matilde Stanziola encargada del Soccer. Ellos cobran 10 dólares de matrícula más 30 mensuales y los grupos están formados según las edades de los niños, aunque los participantes tienen entre 2 y 15 años.
Soccer Center no lleva a los niños a participar en ligas aunque sí organiza partidos de fogueos contra otras escuelitas.
Para Everardo Bértoli, uno de los pioneros en esto de la enseñanza fútbolística a menores, hay que tener cuidado con este fenómeno. "Lo que está pasando ahora es que cualquiera es un profesor de fútbol. Sólo basta con pararse al borde de la cancha y gritarle a los niños. Pero para hacer este trabajo se necesita mucha preparación y también buenas canchas, que en Panamá escasean", informa el hombre que fue jugador del Santa Fe colombiano, técnico del Plaza Amador y ahora es comentarista de RPCRadio.
Bértoli llegó a tener una escuelita con más de 120 alumnos y casi 300 balones. Pero dice que se cansó, que los padres piensen que las escuelas son fábricas de jugadores. "La competencia cuando se es muy chico puede ser contraproducente. Hay que darles a los niños fundamentos, porque el biotipo del deportista panameño es excepcional. Lo que fallan son las estructuras del deporte que no terminan de pulir las joyas que tenemos" culmina Bértoli.
Aprendiendo.
Sin embargo, lo más interesante del boom de la Marea Roja es que lleva a los niños hacia el deporte. Para Carlos Leiro, director de la clínica psicológica Transiciones, "el deporte favorece el desarrollo de la disciplina personal. En los juegos entre equipos, los jóvenes aprenden mucho acerca de la vida, del conocimiento de las reglas, su dominio, el manejo de la derrota, el papel de la perseverancia", explica el especialista. Además, agrega, "un niño cansado y sudado después de varias horas de juego es menos propenso a quedar "pegado a un televisor" y más tarde a confundir sus valores y ser tentado hacia conductas inapropiadas".