Una semana después de que el avión privado del ex presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, matrícula -N799RM- llegara a Europa, tras más de 13 mil kilómetros recorridos, su periplo para denunciar una persecución política ante líderes gubernamentales presenta varias inconsistencias.
El vocero del ex presidente, Luis Eduardo Camacho, conocido por su predisposición a la contienda, advirtió en un comunicado que Martinelli se disponía a notificar a “autoridades y líderes políticos” de Centroamérica, Estados Unidos y algunos países europeos sobre el “gobierno dictatorial” que su sucesor, Juan Carlos Varela, había implantado en Panamá.
Sin embargo, todavía no hay constancia de que líderes políticos, autoridades regionales, o representantes institucionales de los 28 Estados miembro de la Unión Europa hayan mantenido o tengan previsto mantener una reunión bilateral pública o privada con Martinelli por este tema.
El propio Camacho ha evitado dar detalles sobre la supuesta agenda denunciadora de su jefe. Ayer, por ejemplo, le contestó a este diario que el lunes enviaría un informe a los medios en el que revelará las visitas de Martinelli en el exterior. Prefirió, además, no adelantar referencia alguna sobre este documento.
EXCURSIÓN GLOBAL
Martinelli salió de Panamá el mismo día en que el pleno de la Corte Suprema de Justicia admitió una denuncia por peculado y decidió abrir una investigación contra él por corrupción en el caso de compra de comida deshidratada por parte del Programa de Ayuda Nacional en 2010.
Asimismo, Alejandro Pérez, uno de los abogados que componen su equipo legal en Panamá, anunció con pompa y platillo citas de alto nivel en el Tribunal de La Haya para notificar que el expresidente es víctima de una supuesta persecución política.
El ordenamiento jurídico de la Corte Internacional de Justicia establece que para poder presentar una denuncia ante el principal órgano judicial de las Naciones Unidas, primero se deben agotar previamente los recursos disponibles en el país.
De momento, no resulta que el ex Jefe de Estado panameño haya empleado todos los recursos disponibles en Panamá o ante la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos.
Su abogado Pérez también avisó de que Martinelli acudiría a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, en Ginebra, Suiza.
Esta corresponsal se puso en contacto con la respetada institución que reveló que no tenían información sobre la participación de Martinelli en la próxima Sesión del Consejo sobre Derechos Humanos.
Mientras tanto, el avión privado de Ricardo Martinelli con matrícula N799RM continuaba anoche aparcado en el aeropuerto privado de Bologna, capital de la región Emilia Romana en el nordeste de Italia, donde aterrizó el pasado sábado a las 19:30 (hora local).
Sin embargo, fuentes de la terminal de aviación general del aeropuerto Guglielmo Marconi en Bologna confirmaron a La Prensa que ese avión llegó a Italia sin pasajeros y que por tanto volaba sólo con los pilotos.
El jueves pasado aparecieron en diferentes redes sociales varias fotografías de Martinelli en un restaurante en Miami, Estados Unidos. Al popularizarse estas fotos, el exmandatario colgó en su cuenta de Twitter una de él mismo en la que aparece sonriente con la Torre Eiffel, en París, de fondo.
Precisamente, este es el primer mensaje que escribe Martinelli desde el 30 de enero en esta red social, en la que se destacó por su actividad cuando gobernaba el país.
Ese mismo jueves, Cambio Democrático organizó una conferencia de prensa para rechazar el impuesto a la gasolina para sufragar un aumento a las pensiones de los jubilados. Sobre los viajes de Martinelli, Camacho aconsejó a los medios “seguir el avión” del expresidente.
En cualquier caso, su agenda internacional parece estar más marcada por agradables paseos a las orillas del Sena o por alegres comilonas con amigas en restaurantes de Miami, que a cualquier denuncia institucional seria.
Martinelli en ‘The Economist’
El expresidente panameño Ricardo Martinelli apareció en la última publicación impresa del semanario británico The Economist. En la sección dedicada a América Latina, el artículo relata como la Corte Suprema de Justicia aceptó investigar al expresidente y su posterior salida del país.
La nota comienza con una descripción del lujo alrededor de su oficina en Punta Pacífica, y narra como varios líderes lo vieron en su momento como una opción más viable que la izquierda chavista.
Cuenta cómo al final de su mandato comenzaron los escándalos de corrupción y de invasión a la privacidad mediante máquinas de espionaje, y también cómo se han desarrollado los procesos legales en contra de Martinelli y de algunos de sus allegados.
En referencia a lo que sucedió con Martinelli en Panamá, el autor cita el coro de la canción Plástico, de Rubén Blades: “se ven las caras, pero nunca el corazón”.
La nota se titula: “No es Chávez, pero tampoco un premio”. Está ilustrada con una foto de Martinelli afuera del Parlamento Centroamericano, en Guatemala. “Ricardo Martinelli, haciendo nada con estilo”, dice el pie de foto.

