En medio de las aguas de la quebrada Manteca, Elizabeth Ortega trataba ayer de arrancarle el sucio a la ropa que tenía enfrente. A su lado, su hija Ely, de cinco años, la observaba atentamente. Estaba sumergida hasta la cintura en la fuerte corriente, pero no sentía temor.
“No está lloviendo”, dijo la mujer, consciente de que un día antes la misma corriente sembró el pánico entre sus vecinos de Mocambo Arriba, al salirse de su cauce y destruir varias viviendas.
Sin embargo, a Noris Pérez, maestra de la escuela Guillermo Patterson, sí le preocupa que la quebrada vuelva a poner en riesgo la comunidad. Aunque la crecida del afluente dejó a Pérez sin varias de sus pertenencias, su miedo –agrega– no es por ella, sino por los niños que acuden a este plantel.
Pérez explicó, que el 20% de los 160 estudiantes que allí se educan debe cruzar la quebrada, y que en ella se colocó una alcantarilla que, lejos de canalizarla, obstruye la libre circulación del agua.
La docente denunció, además, que el representante de Alcalde Díaz, Quibián Panay, prometió desviar la quebrada, pero nunca honró su palabra. La docente dijo que los residentes siguen esperando respuestas y que, mientras tanto, a ella le preocupa que sus estudiantes puedan sufrir algún accidente al momento de cruzar la quebrada.
Al respecto, Panay dijo que se diseñaron varios proyectos para beneficiar a la comunidad, pero, a pesar de sus gestiones, aún no se han podido concluir.
El pasado viernes 28 de agosto, un fuerte aguacero provocó inundaciones y deslizamientos de tierras que dejaron cuatro casas de Mocambo Arriba sepultadas.