La pregunta dejaría perplejo a más de uno: ¿En qué lugar del arco político ubicaría al PRD? Tras 27 años de su fundación, toda respuesta encontraría su fundamento: el tiempo ha vuelto difuso su rostro.
Este viaje hacia lo indefinido que encaró el partido luego de la invasión de 1989, sin embargo, ha dado sus frutos. La metamorfosis no solo lo afianzó como el colectivo con más seguidores del país, sino que también amplió su margen de acción: podría decirse que hoy por hoy, el PRD es oficialismo y también oposición.
Giros
"Hay una desconexión entre lo que se había concebido originalmente y esta metamorfosis kafkiana que se ha dado. "Neo PRD" sería una buena forma de definirlo", se suma al análisis el sociólogo Raúl Leis.
Más allá de lo que se diga, en los últimos 12 años fueron hombres del PRD los que llevaron adelante políticas de Estado que hacen ruido en relación a su florido discurso de reivindicación social.
Fue Ernesto Pérez Balladares –el hombre de confianza de Omar Torrijos– el que privatizó las grandes empresas del Estado que había creado "el general". Además, apuntalado por el entonces ministro de Trabajo, Mitchell Doens, avanzó sobre una de las grandes conquistas del torrijismo: el Código de Trabajo . Impulsó la flexibilización laboral cuya imposición dejó varios muertos en la calle.
Aunque la administración de Martín Torrijos se mostró culposa en esto de aceptarse como neo liberales, sus políticas siguieron estos caminos: se deberá pagar más impuestos, será más caro jubilarse, se podrá negociar las islas y se avanza a toda velocidad en un polémico tratado de libre comercio con Estados Unidos.
"En sus dos últimos períodos el PRD ha sido complaciente con el poder económico, y tanto con Pérez Balladares como con Torrijos la Cámara de Comercio aplaudió sus decisiones porque el gobierno absorbió la agenda del sector", explica el analista Edwin Cabrera.
Los ronconcitos
Lo extraño del caso es que, aunque se habla de "descontento" hacia lo interno del partido –y hubo manifestaciones y tomas de sedes–, el disgusto no es ideológico. Lo impulsan aquellos que se quedaron fuera del reparto de puestos. "En este PRD, las corrientes no corresponden con posiciones doctrinarias, sino con el agrupamiento caudillista", retoma Raúl Leis.
La visita de George Bush en noviembre pasado, es una bisagra. Hasta Balbina Herrera se animó a decir en público que ella ya no era ella y que se guardaba lo que sentía en nombre de la fidelidad al proyecto del Presidente. Jorge Sánchez, secretario de Comunicación del gobierno, dice que la Patria Nueva es el PRD de hoy –"no te olvides de que el 50% de los afiliados llegaron después del 99"– y se pregunta si Omar Torrijos no era también pragmático. "El PRD ha evolucionado, no ha bajado ninguna bandera.
Es un socialismo moderno, como el de Chile, como el de España, hasta te diría que como la tercera vía que plantea Tony Blair en Inglaterra", explica Sánchez. Para Doens –el reformador del Código de Trabajo– las cosas son algo diferentes. "Hay una camarilla de tecnócratas en el poder y el partido no participa de las decisiones de gobierno. El PRD no deberá pagar los platos rotos". Hay que decirlo en voz alta: el PRD se ha desvanecido... Es la hora del neo PRD.
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