DESHONESTIDAD. Lo que ha sucedido en los últimos días es de antología... antología del horror. En el vergonzoso proceso que dio vida a ese monstruo conocido como “ley 9 en 1”, todo se hizo al revés. Primero aprobaron la ley con la nueva versión de aplanadora legislativa, y luego los ministros salieron a explicar de qué iba la cosa. Como ya se sabe, la ley popularmente identificada con términos gastronómicos, modifica tres códigos y seis leyes, tocando temas de especial sensibilidad como el ambiente, la impunidad policial o el derecho a huelga. Y aunque ahora han dicho que “faltó explicar... fue un error”, no me lo trago.
Si hubiese habido la más mínima intención de honestidad, el ahora ministro de Seguridad hubiera tenido la decencia de decir en el hemiciclo legislativo la clase de bomba legislativa que llevaba a nombre del Consejo de Gabinete. No lo hizo, y no importa cuántos desplegados pague en los diarios para explicarse: no fue honesto con el país al presentar el proyecto de ley sobre “aviación comercial”. Así de simple. Y es que, además, lo han reconocido.
El ministro de Comercio, Roberto Henríquez, explicó claramente en uno de los noticieros matutinos donde ha intentado defender lo indefendible, que “hubiéramos tenido que esperar hasta julio, y luego presentar tema por tema y ventilarlos... hubiera sido muy demorado”. ¿Qué les parece? Sí, la democracia y el estado de derecho tienen sus demoras. Demoras que son garantías para quienes están hoy en el gobierno, y para cuando no lo estén.