ESPECTÁCULO. Aquí estoy de regreso a la brega tras unas semanas de vacaciones y, o sorpresa, todo sigue más o menos igual. Por ejemplo, las calles de esta ciudad “planificada” a punta de corrupción y avaricia, se siguen inundando cada vez que cae uno de esos proverbiales aguaceros nuestros… y, una vez más, las autoridades aseguran que “no permitirán” el juega vivo de constructores y ciudadanos.
Allí sigue también, para lamento generalizado, ese bochorno elegido alcalde haciendo y diciendo insensateces. ¿Necesitamos más pruebas de su incapacidad manifiesta para el ejercicio de la función pública? Lo de poner a nuestros niños a darse de puños para obtener becas viola normas constitucionales, leyes nacionales y acuerdos internacionales suscritos por Panamá en materia de protección a la niñez.
Y mientras el señor Presidente pone cara de compungimiento y pide perdón públicamente asegurando que “lo bueno es que aprendo rápido”, sus funcionarios no dejan de desmentirlo. Por ejemplo, allí está ese oscuro personaje colocado al frente de la Policía, que cada día va acortando la distancia que le separa de Bosco en atorrancias expresadas con aparente orgullo.
“Lo de Bocas era una movimiento anárquico…”, fue lo último que le escuché. ¡Por favor, que alguien le regale un libro sobre la historia de Bocas y el sindicalismo a este señor! O al menos que lea Cien años de soledad. Igualmente, desde la Secretaría de Comunicación de la Presidencia sale un informe sobre lo sucedido que da vergüenza. “Panamá es un espectáculo”, dice una campaña de la Autoridad de Turismo. Sí… un espectáculo de horror.