EVASIÓN. Hoy intentaré ignorar tanto absurdo que nos rodea. Intentaré olvidar que estamos en manos de un Ministerio Público genuflexo y de una Corte Suprema que, con su mayoría política, ha olvidado que es la guardiana de las garantías fundamentales. Intentaré no reírme de las cínicas alusiones a la rica biodiversidad panameña que hiciera el director de la Anam de cara a la gradería en Nueva York, omitiendo que bajo su mandato se han eliminado los estudios de impacto ambiental.
Trataré de no hablar de los descarados de Petaquilla Gold, que creen que invitando a cuatro incautos a visitar sus instalaciones podrán hacer desaparecer un hecho contundente: no han cumplido con todos los requisitos exigidos por la resolución que les aprobó su estudio de impacto ambiental, con el consecuente riesgo para todos. Trataré de que no me afecta demasiado el chabacano alarde de arrogancia del rector de la Universidad de Panamá, que hace tiempo dejó la luz por la oscuridad.
En fin, que trataré de ser optimista, porque ese es el sentimiento que me produjo saber lo que está ocurriendo en El Montuoso de Herrera, donde la comunidad, junto con la Autoridad del Canal, trabaja duramente en la reforestación del área de nacimiento del río La Villa para revertir un proceso de destrucción de la capa boscosa que ha llegado a un terrible 90%. La reforestación de esta degradada tierra es parte de las medidas de compensación del Canal por los trabajos de ampliación.
Pero, además, el proceso incluye un componente de transferencia de conocimiento a la comunidad que debe permitirle salir del círculo de pobreza y marginación en que ha estado por tanto tiempo. “Seguridad social no es solo detener la delincuencia y la criminalidad. Seguridad social es el aire que respiramos y el agua que consumimos dando seguridad social a panameños humildes”, dijo con sabiduría el funcionario de la Anam que participa en este proceso. Ojalá hubiesen más como él.
