REFLEXIÓN. Mientras los representantes de los gobiernos del mundo deshojan la margarita para ver si toman o no medidas contra el calentamiento global, la naturaleza está dando claras muestras por todas partes de que está harta de tanto abuso. Las fuertes lluvias de los últimos días han causado estragos en distintas comunidades del país. Y lo mismo está sucediendo por tantos y tantos lugares del mundo.
¿Cómo es posible que el tema ambiental no preocupe en lo más mínimo a los políticos que nos gobernaron ayer y a los que nos gobiernan hoy? Panamá –lo he dicho cientos de veces– puede aportar su maravillosa biodiversidad a la causa. Sin embargo, el camino elegido gobierno tras gobierno es otro: cambiar verde por cemento y destruir nuestros bosques para dar paso a la minería a cielo abierto, la actividad más contaminante de todas las que hay.
En medio de tanta insensatez, afortunadamente algunos persisten en la lucha por conservar nuestro patrimonio natural y cultural. Un ejemplo es la obra Ciudad del Saber: un legado histórico, de Eduardo Tejeira Davis, que se presenta la próxima semana en el centro de convenciones de esa maravilla que es hoy el espacio que un día ocupó el Comando Sur de Estados Unidos, en Clayton.
La publicación de esta obra es una nueva oportunidad para reflexionar sobre nuestra historia, y sobre la espectacular naturaleza que nos rodea y que hizo posible el Canal. Aún estamos a tiempo de ganarle la batalla a la insensatez.
