REGALÍAS. Con la sanción del señor Presidente, ya tenemos nuevo código minero, tal y como lo solicitaban hace tiempo los ambientalistas. Obviamente no es el código minero que querían los ambientalistas –ni los panameños con algún nivel de conciencia–, sino el que los señores del cambio idearon para lograr que Singapur y Corea –seguramente habrá más países– puedan participar del lucrativo negocio de llevarse nuestro oro y nuestro cobre, mientras nos dejan una tierra yerma y más desigualdad (por aquello de los nuevos ricos locales que dejará la actividad).
El tema de las regalías es interesante. Mientras la propuesta original del Ejecutivo era subir el actual 2% a 4%, los diputados se pusieron creativos y aprobaron 5%. Ahora resulta que los señores de la Cámara Minera están molestos. Según don Zorel Morales, la Cámara Minera se reuniría de urgencia para organizar la resistencia. Y es que, afirmó rotundo, ese porcentaje de regalías hará la actividad “inviable” a una gran cantidad de proyectos.
¿Qué les parece? ¡Una gran cantidad de proyectos! Exactamente una docena de explotaciones regadas por todo el país que la Cámara Minera estaba programando. Y eso que el viceministro de Comercio, Ricardo Quijano, ha dicho hasta el cansancio que el país no se llenará de minas. Pues a mí, 12 minas me parecen muchas minas, ¿o no? Volviendo a las dichosas regalías, investigando, investigando encontré un dato histórico interesante sobre ese 2% que los señores del clan minero calificaron siempre como la “ventaja competitiva” del país... ventaja competitiva para atraer a los mineros del mundo, por supuesto.
Pues resulta que mientras los panameños luchaban por deshacerse del dictador Noriega, en 1988 el lobby minero estaba en otros afanes. Así –tengo que presumir que con la venia del dictador– lograron el 2 de enero de 1988 reformar el Código Minero para reducir la original tabla de regalías que llegaba hasta el 16% al conocido 2%. Ahora habrá que ver qué pasa en este nuevo pulseo que nada tiene que ver con lo importante: que la minería de metales a cielo abierto es la actividad más contaminante del planeta. Así de claro.
