CONTRASTE. Cuando el presidente, Ricardo Martinelli, llegó a San Félix durante la pasada crisis provocada por las reformas a la legislación minera, puso un momentáneo pero efectivo fin al conflicto con los Ngäbe Buglé, al decir que lo reformado sería derogado. Y con sus ya conocidos y coloridos arranques, declaró que la explotación minera le importaba un comino. Además, acudió a una herramienta que ya sabemos que es básica en este gobierno populista y clientelar: las encuestas. En ese momento, según el mandatario, el 75% de los panameños no quería la minería y, por tanto, el gobierno daba un paso atrás.
Ahora, tras la publicación de la última encuesta hecha por Unimer para La Prensa, sabemos que el Presidente se quedó corto: el porcentaje actual de rechazo a la minería a cielo abierto es de 82.6%. Además, los resultados de la encuesta aportan un dato importante: una mayoría pide que en vez de minería se desarrolle el turismo, como fórmula para obtener ingresos que beneficien de verdad y de forma sostenible a las comunidades. ¿Qué habrá que hacer para que don Salomon Shamah se sume a esta postura en defensa de la biodiversidad panameña? Pero volviendo a las comunidades y sus necesidades, llama la atención el lamentable estado en que se encuentra el hospital de Coclesito, justo donde los señores de Petaquilla Gold no han parado de sacar oro desde que este gobierno les diera los permisos para iniciar labores.
Permisos que fueron dados, dicho sea de paso, a pesar de que la empresa no había cumplido todos los requerimientos de la resolución de la Anam que les aprobó su estudio de impacto ambiental. Se trata, además, de la misma empresa minera que, gracias a los señores magistrados de al Corte Suprema de Justicia, se salvó de pagar una multa muy bien ganada. Bueno, mientras los accionistas de Petaquilla Gold se forran, los funcionarios del hospital de Coclesito realizan colectas para comprar papel higiénico y jabón. Otro contraste más en esta tierra de contrastes.