‘RUNCHADA’. Aprovecho este espacio sabatino para agradecer a todos los panameños de bien –y extranjeros, por supuesto– que me han escrito, llamado, etc., para solidarizarse ante el ridículo ataque de los runchos jenízaros al servicio de la patria loca. Lo cierto es que el asunto no deja de tener su punto de gracia. Veamos: para el primer cuadro del video (que a propósito, sale de la misma fuente de aquéllos dedicados a defender al exmagistrado Almengor... ¿por qué será?), donde se resume mi historia académica y profesional, utilizaron un texto que yo misma redacté y que está en el documento que escribí sobre Martín Torrijos.
Ese documento –Para entender al hijo del general– hace parte de un libro sobre varios presidentes de la región, escrito a su vez por periodistas de los respectivos países. Creo que se trataba de un documento que solo circulaba en círculos académicos. Ahora, gracias a la “genialidad” de los mediocres a sueldo del poder, imagino que será buscado para constatar si es cierto que alabo al expresidente. Les adelanto que no... pero por lo visto, los encargados del trabajo sucio no se enteraron.
Y sobre las acusaciones, han tenido que hacer un montaje fotográfico para “documentar” un romance, y falsear información del Registro Público para calumniar. La verdad es que, si no fuera por el peligroso simbolismo de este tipo de ataques, el asunto solo hubiera sido motivo de burla y prueba de los graves problemas de entendederas que abundan estos días por Palacio. Sin embargo, la cosa es preocupante porque el intento de ataque se enmarca en una sistemática –aunque runcha, insisto– campaña contra el periodismo independiente y las organizaciones de la sociedad civil que, hace muchos años, trabajan para hacer de esta democracia de papelillo que tenemos, un verdadero estado de derecho.
Los ataques son parte de una obsesión de tal calibre que ayer, durante su participación en un conversatorio en el Centro Woodrow Wilson en Washington, el Presidente de la República habló como si estuviera haciendo un discurso político ante sus copartidarios. Ante el desconcierto de muchos, dijo lo de siempre: Que la sociedad civil quiere “cogobernar” y que para eso deben primero ganar unas elecciones. ¡Sin comentarios!