EJEMPLOS. Abril terminó con la muerte de dos seres humanos imprescindibles. Para dolor de la humanidad toda, Ernesto Sábato dejó de ser el “vecino cascarrabias, pero buena gente” de Santos Lugares –la comunidad cercana a Buenos Aires donde vivía–; mientras que Panamá perdía a Raúl Leis, ese hombre entrañable, profundo, comprometido y siempre risueño, que dedicó la vida a la construcción de un mundo más justo y solidario.
En 2002, durante la entrega de los premios de periodismo Ortega y Gasset del diario español El País, Sábato describía el oficio como “una labor trascendente de la cual dependen los lazos entre los hombres y los pueblos”. Sábato añadía que, a pesar de la contradicción que podría significar que una persona habituada al silencio y a la demora que requiere la literatura haga periodismo, se trataba de un “deber ético con las sociedades”.
“Ante determinados acontecimientos, todo intelectual auténtico debe postergar su obra personal en favor de la obra común... para construir una nueva fe, una débil, pero genuina esperanza”, añadió el escritor argentino. ¿Y Raúl? Por más que lo intento no recuerdo cuándo ni en qué lucha lo conocí. Y es que Raúl Leis siempre estuvo allí, en la construcción de una sociedad más justa y democrática. Se trata, sin duda, de la figura más importante de esa sociedad civil tan vapuleada por quienes llegaron al poder prometiendo un cambio, pero que se han dedicado sin pausa a atropellar, destruir, despreciar. ¡Nunca serán ejemplos!