CONFRONTACIÓN. En París y frente a los señores de la Unesco hubo buenas noticias: los representantes del Gobierno panameño se comprometieron a suspender –por el momento, al menos– sus planes de rodear el Casco Antiguo con un relleno. Y es que el conjunto monumental que incluye a San Felipe y Panamá Viejo no pertenece solo a quienes aquí hemos nacido o a los señores que ocupan momentáneamente el Palacio de las Garzas, sino a la humanidad toda.
Esa categoría significa, según los estándares de una institucionalidad internacional basada en valores universales, que los panameños no podemos hacer lo que nos dé la gana impunemente con ese legado de la historia. A los señores de la Unesco les importa poco las bravuconadas de Chello Gálvez o el discurso de barricada con el que el Gobierno ha pretendido manejar la controversia, dividiendo peligrosa e irresponsablemente a los panameños. Ese trasnochado discurso de lucha de clases parece ser una de las señas de identidad del Gobierno. Así se defendió también la ministra de Trabajo, Alma Cortés, al descubrirse los cuestionables manejos del programa “Mi primer empleo”.
Según la señora ministra, todo es producto de una confabulación de quienes no quieren que los pobres creen empresas y obtengan contratos del Ministerio de Trabajo. Por la misma línea estuvo Hernán García: “Piensan que los pobres no tienen derecho a ser capacitados”. Por el contrario señor García; lo que se quiere es que la capacitación sea de calidad y no un negocito para algunos bien conectados.
