Dice Petra que a su esposo, Ismael Ortega, el tiro de gracia le reventó el rostro. Que para reconocerlo, los forenses tuvieron que "armarlo de nuevo". Que ese sábado los carros fúnebres salían uno detrás de otro, desde la morgue del Hospital Santo Tomás. "Ahí tenían a todos los muertos. A los traidores, como les decían ellos".
Petra todavía lo recuerda bien. Con rabia, la misma que sintió hace 16 años. Se acuerda y se le quiebra la voz. "Yo no puedo olvidar", dice. "No puedo olvidar al hombre con el que viví 20 años", añade. Y la rabia se le convierte en lágrimas.
Crítica, martes 3 de octubre de 1989
"Ayer celebró su cumpleaños el teniente coronel Luis Del Cid, jefe de la Quinta Zona Militar, quien se destaca diariamente por su profesionalismo y lealtad hacia la Patria y a la institución para la cual sirve".
Es octubre de 1989 y Manuel Antonio Noriega le ha declarado la guerra a Estados Unidos, blandiendo un machete. Francisco Rodríguez es el presidente. El mando del país está en el Cuartel Central. A los funcionarios se les paga con bonos, porque no hay efectivo. La invasión estadounidense es tema de todos los días y en los periódicos se destacan los cumpleaños de militares leales a Noriega. El subteniente Ismael Ortega trabaja en la Cuarta Compañía Urracá y ha estado intranquilo. Petra no sabe por qué.
El "viejo" –como le decía Petra– llegó a su casa un viernes, se puso a mirar álbumes de fotos, habló con sus hijos. Un fin de semana libre no era muy corriente para esos días e Ismael sabía que la semana entrante no iba a ser fácil.
"Fuimos a la playa, a visitar a mi familia a Colón, a muchos lados", recuerda Petra, sentada ahora en el sofá de la casa de una de sus hijas, Susana.
Hacía ya algún tiempo que Petra había comenzado a trabajar cuidando a dos señoras en el barrio de El Cangrejo. El martes 3 de octubre estaba allí, como siempre, cuando recibió una llamada de su hija. "Ese día, cuando vi que comenzó a pasar la cosa, llamé a mi papá al cuartel", cuenta Susana.
El mayor Moisés Giroldi y otros militares quisieron derrocar a Noriega ese día. El Cuartel Central se convirtió en un campo de batalla. Noriega estaba en sus oficinas, como rehén. "Este pueblo está pasando hambre. No se merece una invasión", decía Giroldi. Ortega formaba parte del equipo de golpistas, pero Petra no lo sabía.
Cuando Susana llamó, todavía era de mañana. Alguien contestó y la dejó esperando. Un rato después tomaron el teléfono: "Dice que no te puede atender, que te llama ahora porque está en la puerta". Más tarde volvió a intentarlo, pero ya nadie le contestó. Eran alrededor de las doce y media del día.
Crítica, miércoles 4 de octubre de 1989
"Las Fuerzas de Defensa son expresión genuina de nuestro pueblo". Palabras de Francisco Rodríguez, durante la Asamblea 44 de la Organización de las Naciones Unidas, el 3 de octubre de 1989.
Petra no pensaba que la cosa fuera tan grave. Pero cuando desde el apartamento en El Cangrejo comenzó a ver que había humo por los lados de la Central, una punzada se le alojó en el corazón. Petra llamó al cuartel y preguntó por su esposo. "Señora, no mencione ese nombre aquí", le dijeron.
Salió del trabajo , fue a su casa, pensó en ir hasta avenida A. Pero entonces recordó lo que Ismael le había dicho: "Nunca vayas si algo pasa. Espérame, yo te llamo".
Petra se quedó esperando. Eran las seis de la tarde del miércoles 4 de octubre y en su casa estaba una cuñada, quien le ofreció comida. Petra no quiso. Se puso a mirar televisión. En esas estaba cuando la programación fue interrumpida y comenzaron a leer el parte de guerra. "Así fue como Noriega nos dio la noticia. Fue un golpe muy grande".
Tres días después de ser ejecutado, Petra fue por el cadáver de su esposo. En el camino se enteró de que había muerto en un hangar de Albrook de un tiro en la cabeza. Que a su sangre le habían tirado arena encima, para poder barrerla y desaparecerla. Que allí mismo murieron otros ocho.
Dieciséis años después, Petra mira el pasado y llora quedito. La rabia le sale del alma y no intenta esconderla. "No puedo olvidar", insiste. "Es que los mataron como a perros...".
Relacionado: El día que se le acabó el poder a Noriega

