Cuando en 2008 se suspendió la discusión de la propuesta de salud sexual y reproductiva, los argumentos para rechazarla fueron de lo más variopintos.
El entonces diputado Vladimir Herrera, por ejemplo, dijo públicamente que la propuesta sólo buscaba “despertar en nuestros niños cosas para que tuvieran relaciones sexuales”, y en algún momento del debate aseguró que la homosexualidad era una enfermedad.
La Conferencia Episcopal Panameña, por su parte, emitió un comunicado en el que dijo que el proyecto tenía algunos artículos que contrariaban la doctrina de la Iglesia, que “siempre se ha proclamado en favor de la defensa de la vida y la familia”.
Con solo cuatro semanas y cinco sesiones, el proyecto fue engavetado porque —dijeron los diputados— “provocaba desintegración”.
Dos años después, la sexualidad sigue siendo tabú en las escuelas y en las familias, aun cuando la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (Enasser), publicada el lunes, revela una verdad de a puño: los jóvenes empiezan a tener relaciones sexuales antes de cumplir los 15 años (31.7% de las mujeres y 40.7% de los hombres de entre 15 y 19 años).
Tal como dice la investigadora principal del estudio, Ruth De León, el problema con la propuesta 442 fue que no llegó a discutirse.
“Si había dudas, había que analizar y conversar”, dijo, porque “los jóvenes están teniendo relaciones [sexuales] aunque uno no quiera”.
De León destacó que la actual revisión curricular es la oportunidad perfecta para armonizar la información que posee el sector salud con el de educación, y agregó que “lo que no podemos es retroceder, porque así se mantiene la cadena de pobreza”, refiriéndose a la propuesta legislativa de excluir a las estudiantes embarazadas de la educación regular.
El sociólogo Raúl Leis, por su parte, destacó que los embarazos precoces o las relaciones sexuales sin protección no se pueden achacar solamente a las fallas del sistema educativo.
“Nuestra sociedad debería ser más educadora; hay escasez de la formación y de la información necesaria”, recalcó.
Sin embargo, Leis agregó que la poca correspondencia entre educación y salud podría explicarse por los prejuicios, los estereotipos y los planteamientos religiosos.
“La sociedad tiene la idea de que informar sobre sexualidad hará que los jóvenes se equivoquen más”, cuando, por el contrario, mientras más información tengan podrán tomar “decisiones más maduras”.