A mediados de la década del 40 en la Escuela Las Sabanas, hoy Puerto Rico, en Carrasquilla. La bocina de un viejo Chevrolet azul llamó la atención de la maestra Rebeca Maduro y salvó al estudiante de quinto grado Rubén Darío Paredes de terminar la mortificante tarea de matemáticas en el pizarrón. Un policía raso alto, casi del tamaño del marco de la puerta, llegó a buscar a su novia: era Bolívar Urrutia Parrilla.
Años después, cuando Rubén Darío Paredes regresó graduado de militar de Nicaragua, se enteró de que Urrutia se había graduado con honores en un curso de plana mayor en Venezuela. "Sin tener estudios académicos, se ganó a oficiales de carrera; era un hombre de inteligencia clara", reconoció el ex comandante de las desaparecidas Fuerzas de Defensa.
A partir de ese momento Urrutia comenzó a ascender en su carrera militar. Fue tercer comandante de la Guardia Nacional y después del golpe militar del 11 de octubre de 1968 fue designado miembro de la Junta Provisional de Gobierno, junto con José María Pinilla. Hace poco fue condecorado junto con los ex mandatarios Bernardino González Ruiz y Arturo Sucre Pereira.
El coronel Bolívar Urrutia Parrilla nació el 1 de diciembre de 1918 en Las Palmas de Las Tablas, provincia de Los Santos. Murió el pasado 2 de junio a los 86 años. Le sobreviven sus hijos Ileana, Dora, Fátima, Bolívar, Fernando, Nedelka y Raúl.
Paredes fue el jefe de Adiestramiento de la Plana Mayor que dirigía el coronel Urrutia. "Nunca me levantó la voz, era un caballero, predicaba con el ejemplo y, por venir de abajo, era muy querido por la tropa", afirmó.
El ex presidente de la República Guillermo Endara dijo a este diario que Urrutia contaba con el aprecio del tres veces presidente Arnulfo Arias Madrid, derrocado por los militares en 1968. "Era un hombre decente. Antes del golpe militar Arnulfo tuvo una larga conversación con él. Le tenía confianza", expresó Endara.
Enrique Chito Montenegro, secretario del Frente Nacional Anticorrupción, indicó que Urrutia era un hombre "campechano", que tenía un trato cordial con todas las personas, incluyendo a sus subalternos. "Era muy querido y apreciado en la institución; nunca abusó de nadie. Fue miembro de la Junta Provisional de Gobierno obligado por las circunstancias".
El pasado lunes, durante su sepelio, tocaron música de violín y le pusieron la cumbia que más le gustaba: Sentimientos del alma, de Fito Espino.