Las defunciones infantiles asociadas a desnutrición y falta de acceso a servicios de salud, así como la muerte de mujeres durante el período de gestación, son dos indicadores que también reflejan las desigualdades en las condiciones de vida de una población y generalmente están ligados a áreas impactadas por la pobreza y servicios básicos insuficientes.
Estas dos situaciones son parte del panorama de Panamá que se reflejan en el Altas de Desarrollo Humano 2010 que publicó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El documento muestra que si bien el país ha mejorado su promedio de muerte en niños menores de cinco años, por cada mil habitantes, la cifra aún no alcanza la meta fijada en los Objetivos del Milenio.
El promedio pasó de 22 niños en 2001 a 21 en 2007 (estadísticas en las que se basa el informe presentado este año), muy lejos de los 8 niños a los que debería reducirse la mortalidad para 2015.
Si el promedio nacional no es alentador, en las provincias y comarcas indígenas la situación es desesperanzadora. Por ejemplo, en Darién la tasa de mortalidad supera los 35 niños por cada mil nacidos vivos; en Bocas del Toro esta cifra sube a 49; en la comarca Ngäbe Buglé llega hasta 62, casi tres veces el promedio nacional de mortalidad (ver gráfico).
En 1990, 24 niños por cada mil morían antes de cumplir los cinco años.
Paulina Franceschi, coordinadora de la Unidad de Desarrollo Humano del PNUD, explicó que la mortalidad en menores de cinco años, en términos generales, se debe a “enfermedades prevenibles”, es decir, que pueden ser tratadas con educación y atención temprana de la salud.
Según Franceschi, en la mortalidad infantil inciden distintos aspectos, entre ellos, la calidad de la atención primaria y el acceso a agua potable.
Las estadísticas indican, además, que aún hay rezagos en otros servicios básicos importantes y que se requiere mejorar la calidad en los existentes.
Para la secretaria técnica social del Ministerio de Desarrollo Social, Mónica Guillén, las desigualdades entre las regiones del país son el resultado histórico de las diferencias en el crecimiento y desarrollo económico que ha experimentado la capital del país en comparación con algunas provincias y, sobre todo, las comarcas indígenas, las cuales han estado marginadas de los beneficios.
El ex ministro de Salud Fernando Gracia agrega otro elemento al problema que afecta las comarcas: la baja cobertura y asistencia médica, por ser áreas de difícil acceso. Va más allá. Afirma que el aspecto cultural y la pobreza en que viven hace que, en ocasiones, estas personas prefieran ser atendidas en sus hogares que ir a un centro de salud.
El Ministerio de Salud dijo que están construyendo cinco albergues equipados con todo lo necesario para atender a mujeres en gestación en la comarca Ngäbe Buglé, los cuales se prevé que estén listos a mitad de año.
El proyecto, que incluye hacer una campaña radial sobre “maternidad segura”, contempla compra de equipo, contratación de médicos y mejora de la capacitación intercultural a los proveedores de los servicios en esas áreas. En el caso de la muerte de mujeres gestantes, entre 2004 y 2007 murieron en promedio 63 por cada 100 mil nacimientos. En este renglón las áreas de mayor vulnerabilidad siguen siendo las rurales e indígenas, según datos del PNUD.
No obstante, las estadísticas demuestran que Darién y las comarcas superan las 200 muertes maternas, en tanto que Herrera, Los Santos y Veraguas están sobre el promedio nacional, pese a que su índice de desarrollo alcanza valores medios y altos, es decir, con logros aunque manteniendo niveles de desigualdad (ver gráfico).