El periodista español Julio Fuentes escribió para El Magazine en 1993, ocho años antes de ser asesinado en Afganistán, que su generación había visto morir aquella era romántica en la que los corresponsales de guerra discutían sobre el futuro del mundo frente a la barra de un bar en Saigón, borrachos de whisky escocés y cocteles de martini.
Cuánta razón tenía. Su muerte, el 19 de noviembre de 2001, salpicada de bala y metralla en una emboscada en ruta hacia Kabul, sería apenas el preludio de una década que ha sido considerada entre las más cruentas para al gremio periodístico.
Según el estudio Periodistas en riesgo, la cobertura de conflictos, de Eduardo F. Martínez, director del Departamento de Investigación del Círculo de Prensa de Buenos Aires, Argentina, entre 1856 y 1999 murieron en el ejercicio de sus funciones mil 900 periodistas de todo el mundo.
Entre 2002 y 2011, en cambio, fueron asesinados 573 profesionales de la comunicación y encarcelados otros 734, de acuerdo con la organización Reporteros sin Fronteras.
Ello quiere decir que en la última década fueron reportados los crímenes de casi un tercio de todas las muertes de periodistas que ocurrieron en más un siglo. Y los conflictos continúan.