La escuela de San José de Las Tablas tiene seis salones, 14 niños matriculados, y una maestra: Edilma Herrera.
Miembro de una familia de artesanas de la pollera, Herrera llegó al plantel en 1996, cuando la plantilla docente la completaban otros dos maestros.
“Cada uno atendía dos grados...”, recuerda Herrera. Pero desde 2008 está sola.
San José es un pueblo somnoliento en donde casi cada habitante está bordando, tejiendo o diseñando una pollera en su portal.
Según el Censo de 2010, allí viven 593 personas. 10 años antes había 640 personas.
Aunque la propia Herrera y algunos residentes aseguran que en el pueblo hay suficientes niños para mantener activo el plantel, muchas familias de San José piensan otra cosa.
“La gente va buscando mejores oportunidades”, comenta Zoraida Montenegro Rodríguez, directora de la escuela Juana Vernaza de Guararé, distrito vecino de Las Tablas.
La gente, dicen los que saben, prefiere un plantel grande con una maestra por grado, y no las escuelas multigrado, porque piensan y sienten que en un salón con varios grados los niños no aprenden igual.
“Dicen [los padres] que no los puedo atender”, comenta la maestra Herrera, porque son demasiados cursos y contenidos.
Entonces ocurre esto: dos escuelas de Las Tablas (Claudio Vásquez y Presidente Porras), tienen el 68.2% de toda la matrícula primaria del distrito.
Son mil 252 niños –con datos de 2010– de los mil 837 que cursan sus estudios primarios, mientras en las 12 escuelas restantes del distrito hay casos de matrículas tan bajas como la de la escuela de San Miguel (con seis niños) o la escuela Amaris Durán de Vidal de Las Palmitas (con 106, un número alto para el estándar).
En la premedia y media la situación se repite.
El colegio Manuel María Tejada Roca, por ejemplo, es el más grande de todo Los Santos: allí estudian mil 728 jóvenes de todas partes de la provincia.
“Tenemos muchachos de Guararé, de Las Tablas, Las Palmas y Pocrí”, explica su director, Lelvis Sánchez. Jóvenes que bien podrían ser matriculados en alguna básica general de sus corregimientos, pero sus padres han preferido algo distinto.
Pero este asunto de la matrícula escolar en Los Santos es más curioso todavía.
La provincia tiene 89 mil 592 habitantes. Es la segunda menos poblada del país, solo después de la selvática Darién (48 mil 378).
Según el último censo, la tasa de crecimiento anual entre 2000 y 2010 pasó de 0.82 a 0.71. Dicho en cristiano, nace menos de una persona por cada 100 habitantes.
En la vecina provincia de Herrera la población está creciendo al mismo ritmo, pero al menos allá son un poco más: 109 mil 955 personas.
La población santeña está creciendo menos que los habitantes de regiones tan empobrecidas como las comarcas Emberá-Wounaan (1.95 por cada 100) y Ngäbe-Buglé (3.60 por cada 100).
Los datos de la Encuesta nacional de salud sexual y reproductiva 2009 incluso lo confirman: “Los Santos es la provincia que registra el menor número promedio de nacidos vivos”, por cada mujer al final de su vida reproductiva (40-49 años).
“Los santeños se han movido para Chepo, Juan Díaz y Darién”, relata el director regional de Educación de Los Santos, Ernesto Domínguez.
Es por esto que el Primer Grito de Independencia –fiesta eminentemente santeña– se celebra religiosamente cada 10 de noviembre en San Miguelito y Juan Díaz, en la provincia de Panamá, donde la comunidad santeña no ha parado de crecer desde los años 60.
Así que la migración no es solo interna –la población deja los villorrios, comunidades y pueblos para irse a los grandes centros urbanos de Los Santos (Guararé, Las Tablas, La Villa)–, sino que también es externa: abandonan su provincia para llegar a la capital.
Entonces ocurre esto: Vayamos a la escuela Los Toretos, en el pueblo del mismo nombre. Allí había en 2010 siete niños matriculados.
Vayamos a la escuela El Espavé, en el pueblo homónimo: allí había 11 niños matriculados.
Vayamos a la escuela Los Bajitos, en el corregimiento de Las Palmas: ocho niños matriculados.
Vayamos a la escuela La Higuerona, en el corregimiento de Bajos de Güera: cinco niños matriculados.
Vayamos a la escuela Sergio G. Ruiz, en la montaña del Canajagua: siete niños matriculados.
Las escuelas con tan baja matrícula en Los Santos son cosa común, mientras en el distrito de Panamá hace falta construir nuevos planteles porque los niños y jóvenes ya no caben en los existentes.
Al cerro Canajagua se llega en automóvil, siempre que sea de doble tracción. Los autos de doble tracción que suben con más frecuencia son los de alguna empresa de mantenimiento de antenas, porque con 830 metros de altura sobre el nivel del mar, es el punto más alto de Los Santos y uno de los más altos del país.
Pero cuando el maestro Alexis Cedeño, de la escuela Sergio Ruiz del Canajagua, necesita bajar o subir a Bayano –el pueblo más desarrollado del área–, lo hace a pie. De día o de noche. Se conoce tanto el camino que sabe bien dónde hay un hueco o una piedra.
“La Biblioteca Pública de Las Tablas me prestaba los libros y a caballo los subía desde Bayano”, cuenta Cedeño, sobre aquellos días en que “su” pequeña escuela no tenía biblioteca.
“Ahora tengo suficientes”, agrega.
Cedeño llegó a Canajagua 12 años atrás, para hacerse cargo de una escuelita que el año pasado tenía ocho niños de grado y dos de preescolar.
Con un solo salón, decorado con pulcritud y sentido estético, Cedeño lanza dos frases de antología: “El que tiene deseo de aprender, aprende bajo un árbol”, y “el problema es que yo no tengo horarios de trabajo”.
Cedeño trabaja, respira y vive en el Canajagua, aunque su tierra natal es Oria. La escuela tiene comedor, huerto, jardín. Al principio tuvo tiempo incluso de enseñar a leer y a escribir a los adultos que lo pedían.
“Esto no me cansa”, dice, y tal vez por eso es que cada uno de “sus” 10 niños tiene un talento que el maestro explota.
Dioscelina Mitres es una declamadora excelente.
Jennifer Díaz canta tamborito y décima.
Víctor Vega grita como nadie y canta décima.
Ana Vega, especialista en cumbia.
Carmen Vega escribe y dibuja.
Larissa Rodríguez canta.
Y Cedeño se lamenta de haber tardado en descubrir el talento de Roxana Rodríguez: Corre como nadie, dice, y de haberlo sabido antes la hubiera inscrito en competencia de atletismo.
Dioscelina Mitres estaba en sexto grado el año pasado, y representó a su escuela multigrado en el concurso nacional de poesías patrióticas con la pieza Supremo anhelo, de Guillermo Mckay.
Dice Domínguez, el director regional, que la Sergio Ruiz es una de las mejores escuelas de la provincia. Es multigrado y tiene un solo maestro, pero como todas las escuelas pequeñitas de Los Santos, su existencia depende del nacimiento de nuevos críos y de que sus familias no decidan mudarse.