Para el hoy exembajador William Eaton, el nombramiento de antiguos colaboradores del dictador Manuel A. Noriega (por Martín Torrijos) constituía una amenaza creciente a la “credibilidad democrática” del gobierno, relata un cable de mediados de 2006.
“Nadie está conspirando para que regrese el dictador, hasta donde yo sé”, confiesa el embajador en uno de los cables obtenidos por Wikileaks y en poder de este diario. Su preocupación se centra en los potenciales peligros que percibía a la institucionalidad democrática, en vista de los antecedentes de estos funcionarios.
“La ascendente prominencia de antiguos norieguistas en el Gobierno de Panamá… es una amenaza mayor para su credibilidad democrática –por la creciente corrupción, prácticas no transparentes, intolerancia a la crítica y acorralamiento de la prensa libre– que cualquier otro potencial ataque al Estado”, subraya.
Pero el embajador tiene muy claro que estas irregularidades ya no son monopolio del PRD. “Es cierto que, luego del gobierno de [Mireya] Moscoso (1999-2004), nadie puede acusar a los antiguos norieguistas de ser los únicos capaces de apoderarse de la corrupción [cornering the market in corrupt practices] o de manipular los medios”.
Los 21 años que duró la dictadura, acotó, constituyen “la era más corrupta de la historia panameña”. A pesar de ello, el silencio en Panamá ha contribuido con la rehabilitación que, paso a paso, ha tenido la dictadura.