El puerto de Quimba, en la provincia de Darién, era la puerta de entrada al país de la red de narcos ligada a los frentes 30 y 57 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que fue desmantelada la pasada semana por la Fiscalía de Drogas y la Policía Nacional tras un año de seguimiento.
Fuentes ligadas al caso confirmaron ayer que la organización traía la droga en embarcaciones desde el Puerto de Buenaventura, en Colombia, a través de las aguas del Pacífico, y en Quimba la distribuían en vehículos para luego transportarla hasta la capital.
Una vez en Panamá, la cocaína era “enfriada” en residencias y luego camuflada en vehículos doble fondo, para finalmente ser llevada a México y Estados Unidos a través de Centroamérica.
Las fuentes consultadas indicaron que aunque los supuestos líderes del grupo –los hermanos Isaac y Felipe Mosquera– eran propietarios del Instituto Superior de Aviación, todavía no se ha determinado si los 12 aviones de esa empresa eran usados para transportar los alijos de drogas.
Todos esos aparatos fueron sometidos a pruebas de ion scan, pero aún no se conocen los resultados.
Varios de los supuestos miembros de la red residían en casas de Brisas del Golf, Fuente del Fresno, Altos de Panamá, Villa Zaíta y Los Cántaros, pero hasta ahora se ha determinado que solo esta última barriada había sido usada como escondite para la cocaína de las FARC.
De hecho, en una casa en esa zona, propiedad de la esposa de Felipe Mosquera –ambos presos–, fueron hallados nueve de los 265 kilos de cocaína confiscados al grupo.
De los 25 detenidos en la operación, cinco fueron liberados, a siete les dieron medida cautelar y a los restantes 13 les dictaron detención preventiva, acusados de narcotráfico y blanqueo de capitales.
En este último grupo está Isaac Mosquera, quien se encuentra prófugo.