Veracruz crece entre la diversidad y la violencia

Veracruz crece entre la diversidad y la violencia


Veracruz es una comunidad costeña en la que arde el sol en la piel y el aire sofoca a ratos, porque está impregnada de los hedores de las aguas negras.

Tierra variopinta, en la que conviven campesinos, kunas, ngäbes y algunos negros, Veracruz es un corregimiento del distrito de Arraiján en el que, según los Censos de 2010, viven hoy 18 mil 589 personas (ver cuadro).

Dice Francisco Barría que cuando él llegó al pueblo, lo hizo porque “en Santiago se pasaba mucho páramo” y su papá lo mandó a llamar.

Barría vive en un caserío llamado Cerro Cabra, en el que no hay más de 20 familias. Casi todos agricultores son los “habitantes montañeros” del corregimiento costero.

“Tengo más de 30 años de vivir aquí, y estoy acá arriba porque aquí se puede sembrar”, explica.

En Cerro Cabra, ciertamente, se está como en el interior: patios grandes, brisa fresca, la playa como paisaje, y algunas gallinas.

Veinte minutos más abajo y por un camino de tierra está el centro del pueblo, en donde el ritmo de vida cambia radicalmente.

Hay carros, autobuses, fondas, familias enteras caminando por la calle porque no hay aceras.

Hay varias tiendas de chinos, la cooperativa de pescadores, los restos de un busito baleado y hasta caras de desconfianza.

Hay niños de uniforme comprando mangotín, sol, salitre, aguas negras.

En Veracruz hay tres escuelas primarias –en el centro, en Koskuna y en El Chumical–, y un primer ciclo que apenas abrió en 2010.

Hay un centro de salud tan alejado del pueblo que solo los taxis llegan (dos dólares, ida y vuelta) y un cementerio que casi flota sobre el mar.

En el Centro Básico General Veracruz –la escuela más grande, con una matrícula de más de mil– el maestro Víctor Morán no esconde su desencanto.

Antes, cuenta, el pueblo era pequeño y todos se conocían. “Ahora usted se sube a un bus y no saben quién es quién”.

Antes, las familias se iban tranquilas a cualquier playa, pero ahora hay ciertos sectores vedados.

“La juventud no tiene trabajo y vemos a muchos jóvenes en la calle. Eso ha traído como consecuencia que seamos señalados como área conflictiva”, explica el maestro.

En el puesto de policía de Veracruz le dan la razón, aunque a medias. Amable, el policía, se cuida sin embargo de cada palabra que dice porque –confiesa– retratar a Veracruz de forma negativa “daría la impresión de que no estamos haciendo nada”.

No se trata de minimizar esfuerzos, pero sí de decir –como admite el policía Amable en algún momento– “que de todas las zonas del área canalera, Veracruz es la que más casos reporta”.

Se trató de conseguir con la Zona de Policía del Canal las estadísticas de los casos reportados, pero la información remitida no hacía distinciones por área.

En todo caso, por lo que se ve en el cuadro proporcionado, durante los tres primeros meses de 2011 la actividad policial de toda la zona se ha concentrado en cuatro aspectos: verificación de personas (33 mil 309), de vehículos (10 mil 157), puntos de control (740) y operativos de profilaxis (276).

De todas formas, los lugareños saben que Veracruz se “enciende” los fines de semana, especialmente los de quincena.

“Hay buena cantidad de cantinas, empezando por las de las playas”, dice un policía. “Hay un consumo fuerte de drogas, en pequeñas cantidades”, agrega.

Los barrios más conflictivos son la barriada Panamá (la más cercana al área de playas), El Palmar, Rincón y Capitán Riba.

Pero hay otras zonas de Veracruz más interesantes: Koskuna, el barrio fundado por trabajadores kunas de la antigua Zona del Canal, en 1987; y Costa del Sol abajo y arriba, en donde la mayoría es de la etnia ngäbe.

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