El regreso de Donald Trump al poder trajo consigo una serie de preguntas sobre la influencia y credibilidad de los medios tradicionales. Las interrogantes no son nuevas, pero ahora han adquirido mayor urgencia. ¿Fue su contundente victoria un referéndum sobre el poder de persuasión de los medios? Veámoslo.
La última encuesta de Gallup revela que solo el 31% de los norteamericanos confía en los medios de comunicación masivos, un verdadero desplome si lo comparamos con el 70% de confianza de los años ochenta. En Panamá tenemos una situación similar: La encuesta del CIEPS muestra que el porcentaje de confianza en los medios tradicionales no llega al 34%.
Estas cifras reflejan una tendencia de los últimos años, que el proceso electoral expuso de manera muy palpable: muchos ciudadanos han emigrado hacia las plataformas digitales y los medios tradicionales se han desconectado del sentir de ese segmento de la población.
Mientras los periodistas más prestigiosos advertían sobre los peligros de un nuevo mandato del presidente electo, gran parte del público escuchaba la entrevista de 3 horas que este daba en el podcast de Joe Rogan. La conversación tiene más de 45 millones de visualizaciones en YouTube y 25 millones en Spotify. Estos números dejan por el piso el alcance de la televisión.
Aunque la popularidad de Rogan no reemplaza el rigor y la profundidad de los medios, es evidente que ese tipo de espacios digitales está logrando una conexión emocional con la audiencia que las grandes cadenas de televisión han perdido. Estas últimas son percibidas como más cercanas al poder que a los ciudadanos.
No podemos hablar de poder sin mencionar a Elon Musk, quien con su triple sombrero de mano derecha de Trump, dueño de la red social X y hombre más rico del mundo, va a estremecer aún más este incierto entorno informativo. El caso merece un análisis y una columna aparte.
Sigo con los medios tradicionales con el ejemplo del Washington Post, el legendario diario de los Papeles del Pentágono y Watergate. Su propietario, el magnate Jeff Bezos, dueño de Amazon, impidió que el periódico publicara un editorial en apoyo de uno de los candidatos (en este caso Harris), como era su tradición, a menos de dos semanas de las elecciones.
Otros periódicos que decidieron no respaldar a un candidato, lo hicieron con más anticipación. Aquí se suma otro elemento de suspicacia: empleados de Bezos se reunieron con Trump justo después del bloqueo al editorial.
Doscientas cincuenta mil personas cancelaron su suscripción y algunos columnistas renunciaron. Estos últimos argumentaron que no querían trabajar para un periódico que cambió su línea para arrodillarse ante el que sería el nuevo presidente. Bezos alegó que lo hizo en aras de la neutralidad, pero pocos le creyeron.
El asunto genera importantes lecciones:
La primera es que los medios deben mostrar con sus decisiones editoriales la misma transparencia que exigen a los políticos. La segunda es que muchas veces la principal amenaza a la credibilidad de un medio está en el interés económico de su dueño.
Hay otros aprendizajes relevantes para los medios en Panamá, esta semana que celebramos el día del periodista.
Hay que escuchar más a los ciudadanos a la hora de definir lo que es noticia. Las conferencias de prensa del presidente son positivas, pero no deben establecer la agenda de los medios. Muchas veces la noticia no está en lo que dijeron Mulino y sus funcionarios, sino en lo que no dijeron y en las razones por las cuales lo omitieron.
Vienen decisiones difíciles para el país, como la reforma de la CSS y muy probablemente la reapertura de la mina. La Asamblea Nacional tiene un rol importante que jugar y también los medios. Necesitamos más contrapeso democrático y más periodismo. La imposición, la censura y las campañas de relaciones públicas, ya no sirven en estos tiempos. Los ciudadanos las notan y las castigan.
¿Qué piensan ustedes? Los escucho.