El nuevo dilema electoral es si José Raúl Mulino va a poder correr o si la Corte lo inhabilitará. Por un lado, unos alegan que es inaudito que la Corte se entrometa en un proceso electoral cuando eso es facultad exclusiva del Tribunal Electoral. Por el otro, están quienes alegan que en su habilitación como candidato a presidente hay evidentes violaciones al proceso y que como hay artículos constitucionales encontrados, le toca a la Corte dirimir el caso. Y en el medio de esas dos posiciones hay una discusión legal completamente legítima. Ambos bandos pueden sustentar con argumentos sólidos su sí o su no.
Lo que no podemos perder de vista es que todo este despelote surge de la jugarreta que hizo el partido RM al postular a un tipo que ya Estados Unidos había declarado corrupto, que ya había sido señalado por los hijos condenados como el que les ordenó gestionar las coimas de Odebrecht, y que ya estaba esperando sentencia de la Corte en el caso New Bussiness… fuera de los otros casos que tenía y tiene abiertos, tanto aquí como afuera.
Sabían que lo estaban investigando por lavado, metieron decenas de recursos para retrasar el caso lo más posible porque evidentemente -y como lo dice la ley- sabían que la condena sería mayor de cinco años (por lo que no iba a poder correr), pero aun así procedieron a postularlo, no a uno sino a dos cargos: presidente y diputado. Arropados, claro, con ese cuento barato y gastado de la persecución que todavía algunos se creen. Si ellos no hubieran metido cuanto recurso pudieron para retrasar con el fin de que nada se definiera antes de las elecciones, esos casos hubieran estado resueltos hace años, y las interpretaciones por malicia ni siquiera cabrían.
Pero no. Hicieron las primarias el 4 de junio de 2023. Lo proclamaron el 7 de junio. La sentencia condenatoria salió el 18 de julio. La ratificación de la condena fue el 24 de octubre y la condena en firme salió el 2 de febrero de este año.
Ahora que Martinelli no puede correr y al parecer empieza a entenderlo, entonces comienza la pelea de si Mulino puede correr o no, porque en efecto no fue electo por votación popular directa en primarias como lo establece la ley para partidos con más de 100 mil inscritos, y corre sin vicepresidente cuando la Constitución dice que con el presidente se debe elegir a un vicepresidente de la misma manera. Pero esta, a decir verdad, se ha vuelto una discusión política, no jurídica. De la conveniencia o no de que lo inhabiliten a estas alturas del proceso.
Y que sería un caos que lo inhabiliten ahora, sí. Que sería todo un debate a quién pondrían, también. Que enredaría todavía más la elección, 100%. Pero si aspiramos a una justicia verdadera, la conveniencia no debería ser un factor a debatir. ¿Queremos una Corte que se mueva por factores políticos o por factores legales? Si de verdad queremos una Corte justa, valiente y expedita, como lo dice su misión, lo que debemos esperar e incluso exigir es que sean independientes y que fallen en el tiempo que les tome debatir el tema responsablemente en base a la Constitución y la ley, no en base a lo que conviene o no a los intereses políticos del momento.
Pero independientemente de eso, lo que no podemos olvidar es que quienes nos han llevado a este desastre, en el que a 45 días de la elección todavía no sabemos quién va a correr y quién no, son Ricardo Martinelli y sus secuaces, que estiraron hasta donde pudieron esto, entorpeciendo un proceso que a estas alturas debería tenernos ocupados en un debate de propuestas, no de argumentos legales. Y eso es una enorme irresponsabilidad. Tanto de Martinelli como de Mulino. Igual que no haber retirado todas las vallas y cuñas donde aparecen los dos juntos a pesar de que en el fallo de inhabilitación dice claramente que deben quitar toda la publicidad que haga alusión a Martinelli como candidato. E igual que haber pedido que en la papeleta de votación saliera el logo Martinelli Mulino al lado de la foto de Mulino con una gorra de Martinelli. Y ahí está. Les dijeron que no, y ahora la nueva es poner “el loco con Mulino”.
Es que ellos siempre han tratado y siempre tratan de torcer la ley. Sí, ellos, Martinelli y Mulino también, así que ni venga a venderse como el correcto cuando lo que ha sido es cómplice de todas estas jugarretas. Y ya sabemos qué esperar si gana. ¿O no se la pasa repitiendo que él y Martinelli son lo mismo? Bueno pues, jueguen vivo.