Camina erguido, con la distinción de un hombre de otro tiempo. Atraviesa el lobby del Teatro Nacional en un descanso del II Concurso Internacional de Piano. Viste de saco azul, camisa celeste y moño amarillo.
Lleva un bastón en la mano izquierda. "Esta es la temperatura, acá está calientito", se alivia afuera apoyado en su bastón. Dice que se llama Alfredo. Alfredo H. y que estuvo al borde de la muerte. "Ahora estoy en recuperación de un derrame, me iba para el cielo, pero no me dejaron. El purgatorio es esta recuperación", explica riendo mientras en la sala debuta el brasileño Francisco Fernando, quien tocó en tercer turno luego de las presentaciones de la española María Ángeles García Soria y Madaris Morgan, de Cuba. Mañana termina la primera vuelta y el jueves ya comienzan las semifinales. "¿Tú fumas? ¿Sabes lo que pasó con todos los que fumaban como yo?, no queda ninguno", remata. A un amigo le dieron seis meses de vida y murió a los seis meses y un día", añade.
Después reflexiona, se tiene que cuidar, dice. "El roncito es por el frío de la sala, antes de morir congelado termino contento". La pianista cubana Madaris Morgan, de 22 años, que acaba de tocar, pasa delante de Alfredo. Ella dice que no vive esto como una competencia. Que vino a mostrar lo que hace, que estuvo estudiando nueve horas por día para este concurso. Le encantó el teatro. Alfredo mira hacia la Plaza Bolívar, recuerda que estudió en La Salle y vuelve a entrar a la sala. El concurso no para.