La calle es de todos, pero no todos están en la calle. Hay gente sudando en las veredas y gente aireacondicionada en carros.
Hay gente en sus casas y en las tiendas. Todo fluye en la ciudad mientras la normalidad se mantenga. Sin embargo, cuando este orden se pierde, se pierde todo.
Si la gente de las casas decide salir a las calles y tranca una avenida, la realidad se trastoca hasta lo inimaginable: el que va en vehículo pierde su tiempo, y su calma, los que caminan sudan y siguen caminando, sin buses ni taxis, la policía tiene que llegar hasta allí, los medios tienen noticias. Al convertir el reclamo comunal en una noticia de impacto, logran, a través de una infracción, hacer visible lo invisible: ellos. Y es entonces cuando muchos políticos salen a la calle, escuchan a los vecinos y reaccionan.
Los casos se repiten sin cesar: maestros, vecinos intoxicados, buhoneros, hasta representantes de corregimiento encadenados hubo en estos días. Las intervenciones ciudadanas en los espacios públicos, en forma de protesta, solo demuestran dos cosas: que hay problemas por solucionar y que no hay quienes lo solucionen. Cada corte de calle es un fracaso de las instituciones porque siempre se escucha lo mismo: que a esos ciudadanos que necesitan soluciones nadie los oye. Y ¿cómo se hace para ser escuchado? Metiendo presión. Por eso, a la calle.
Problemas
"Nosotros tenemos ocho años en esta lucha", explica Norma Dixon, integrante del comité de vecinos de Cerro Viento. Están en pie de guerra desde que les construyeron una planta de tratamiento de aguas negras que desembocan en la quebrada El Espavé, donde antes se bañaban los niños de la zona. "Siempre tratamos de hablar con las autoridades, buscando alternativas sin tener que dañar a terceros. Después de tres gobiernos parecería que ahora van a hacer algo. Pero para eso tuvimos que hacer de todo, hasta llamamos a agrupaciones de Derechos Humanos internacionales", explica Dixon. Incluso los vecinos se plantearon varias veces cerrar la entrada de Cerro Viento en Los Pueblos, lo que hubiese generado un caos atroz, es decir, habrían puesto su problema en la boca de todos. "Nosotros decidimos no hacerlo, pero entiendo a la gente que sufre problemas, está desesperada y nadie los atiende. Sin presión en Panamá no somos ciudadanos. Recién entonces el gobierno se mueve".
Lucha
Vale recordar cómo, luego del madrugonazo por la ley del Seguro Social, miles de panameños salieron a la calle con marchas multitudinarias y lograron lo que parecía imposible: parar la ley. Esos ejemplos son recordados por los dirigentes que promueven ese tipo de protestas ante problemáticas profundas en las que el Estado no responde de acuerdo al deseo de muchos panameños. "Es un método de la población para resolver sus problemas cuando estos son urgentes", explica Genaro López, dirigente de Suntracs. "Los gobernantes solo tratan de resolver cuando la población sale a la calle y los presiona. En todos los niveles: organizaciones obreras o vecinos que necesitan agua".
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