Pasaron siete años, 4 mil 630 millones de kilómetros y finalmente la cápsula de la sonda Stardust tocó tierra, en el desierto de Utah, cargando en sus entrañas polvo de estrellas y de cometas lejanos.
Los expertos están eufóricos: dicen que la información que puede desprenderse del análisis de este material podría revelarle a la humanidad lo que hasta ahora es un secreto imposible: el origen del Sistema Solar y de otras galaxias lejanas.
La misión
La sonda Stardust partió el 7 de febrero de 1999 desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida.
Stardust está diseñada para viajar en torno al sol y para recoger información. Uno de sus mayores objetivos era el de acercarse lo más posible –llegó a estar a poco más de 230 kilómetros– del cometa Wild 2 para recoger partículas microscópicas de su polvo cósmico. ¿Cómo lo hace? Con una sustancia que se llama aerogel, a la que se adhiere el polvo estelar.
La importancia del Wild 2 es crucial. Los cometas como este llevan consigo material que se mantiene impoluto desde la creación del Sistema Solar, ya que nacieron con él.
"No hay nada mejor que una de estas muestras. Son muchos los secretos que están ocultos en su microestructura, casi a un nivel atómico", indicó Peter Tsou, uno de los científicos que participa en la misión y estudiará estas partículas elementales.
Sin embargo, la recolección del polvo no fue nada fácil. La sonda tuvo que atravesar la envoltura de gases y partículas que rodea al cometa, denominada "coma". Cualquier partícula de tamaño superior a un centímetro podría haber destruido o dañado a la sonda, a pesar de estar equipada con varios "escudos de Whipple", formados por cinco hojas de filamento de carbono y tejido cerámico, que la protegen de la lluvia de piedras. Al menos 10 partículas perforaron esta protección, pero Stardust aguantó. Incluso, durante su acercamiento, obtuvo detalladas fotografías de la superficie del cometa.
Batiendo récords
El regreso de la cápsula Stardust a la Tierra, también logró una velocidad inédita.
La cápsula tuvo un choque molecular atmosférico a 46 mil 440 kilómetros por hora, una velocidad que superó la registrada en mayo de 1969 por la nave espacial Apollo X durante su regreso, según informó el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) en Pasadena, California, que se dedica a la exploración robótica del Sistema Solar.
Lo cierto es que el recolector de muestras interestelares ya fue trasladado a un laboratorio especialmente habilitado por la NASA para su estudio en el Centro Espacial Johnson, en Houston.
Todavía no se sabe cuándo se darán a conocer los primeros resultados del proceso de análisis del material estelar.
La sonda Stardust, mientras tanto, sigue su viaje en torno al sol, persiguiendo polvo de estrellas, soportando tempestades y dirigida por control remoto desde la Tierra. El futuro ya llegó.
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