No hay culpables por crímenes en Changuinola

No hay culpables por crímenes en Changuinola


Vea usted que a Changuinola le va tan bien que, más allá de la planta eléctrica y del local de Sitraibana, como quien va para Finca 6, están construyendo un centro comercial grande, de una sola planta, al que supuestamente se mudará el supermercado Romero.

Victoria lo mira –se llama plaza Changuinola– desde la ventanilla de un taxi y se pregunta, como para sí misma: “¿Aquí hay tanto comercio como para llenar todos estos locales?”.

Changuinola no es la cabecera de la provincia de Bocas del Toro, pero sí su principal centro económico. Allí están las oficinas de la Bocas Fruit Company, la arteria comercial de la provincia, y la terminal de autobuses.

Alrededor hay proyectos andando, como la controvertida hidroléctrica Chan-75; y la isla Colón sigue siendo un imán turístico.

De lunes a sábado las calles del centro están repletas, y los trabajadores de los bananales se reconocen rápido por sus facciones indígenas y sus botas de plástico altas y negras.

El taxi en el que viaja Victoria va rumbo al cementerio de Finca 6 porque allí están enterrados, desde hace un año, Virgilio Castillo y Antonio Smith.

El conductor del taxi frena y se bajan los pasajeros. El camposanto se cubre entero con una sola mirada; es caótico, silencioso y está lleno de herbazales.

Las tumbas de Castillo y Smith apenas se distinguen porque, encima de ellas, hay unas banderillas grises. No hay placa con nombres ni con fechas.

Virgilio Castillo y Antonio Smith murieron en julio de 2010 debido a las heridas con perdigones que recibieron de miembros de la Policía Nacional. Como otros cientos de trabajadores bananeros, ambos protestaban por la aprobación de la Ley 30 que, entre otras cosas, establecía la posibilidad de la sindicalización voluntaria.

LAS MÁS LEÍDAS