No es cierto que los payasos siempre deben sonreír. Ahí está el famoso bolero ranchero de Javier Solís, que en uno de sus coros dice “payaso, soy un triste payaso, que en medio de la noche, me pierdo en la penumbra con mi risa y mi llanto...”.
Franz Gutiérrez podría reescribir ese estribillo. Más conocido en el mundo artístico como Tortón, del dúo de payasos Pepina y Tortón. Su vida cambió dramáticamente cuando el 31 de agosto de 2008, durante un espectáculo en el teatro Anayansi de Atlapa, cayó por accidente al foso del escenario. Como resultado de la caída, sufrió graves heridas en brazos y piernas, y fue intervenido por el neurocirujano Francisco Sánchez Cárdenas.
Como Atlapa es administrado por la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), Gutiérrez demandó al Estado por 5.3 millones de dólares: $5 millones por daño moral y $300 mil por daño emergente. La demanda fue presentada el 7 de agosto pasado, pero el magistrado ponente Winston Spadafora no la ha admitido aún.
“Desafortunadamente, el sistema judicial panameño es muy lento y los magistrados se toman su tiempo hasta para admitir demandas, sobre todo cuando se trata de casos que llaman la atención de la opinión pública, como éste”, contó Virna Ayala, abogada de Tortón.
“Él realmente está muy afligido, ya que nadie espera estar incapacitado de un día para otro, y perder tantas cosas que se suponían seguras en su vida, como era su música”, agregó.
Tortón también querelló penalmente al funcionario de Atlapa que activó el mecanismo que abrió la fosa del escenario. Esta acción fue presentada en mayo pasado.
En la ATP declinaron opinar sobre el tema. Durante la toma de posesión del relleno de Ocean Pollution Control, en Colón, el administrador de la ATP, Salo Shamah, dijo que no ha sido notificado de la demanda, pero que igual su equipo evalúa el tema.
No se sabe si Shamah compartirá el criterio de la anterior administración, que en todo momento negó su responsabilidad.
“El centro de convenciones alquila las instalaciones del teatro, pero no tiene injerencia en el desarrollo del espectáculo, salvo por el manejo del equipo del teatro. La señalización del escenario para cada espectáculo la determina el productor del evento, no el personal del teatro ni la administración de Atlapa”, dijo la ATP, en un boletín de enero pasado.
De hecho, Franz Gutiérrez ni siquiera consta en el contrato para el alquiler del Anayansi, que fue pactado por el entonces subgerente del Ipat (hoy ATP), Carl F. Nordstrom, y Damaris Vásquez (a.k.a. Pepina).
En ese contrato, el arrendatario (es decir, Pepina) se comprometió a proporcionar un seguro de responsabilidad civil general. “Queda entendido y aceptado que el seguro responderá por accidentes de cualquier índole que les ocurra a artistas y trabajadores del arrendatario, espectadores o concurrentes al espectáculo y a terceras personas en general”, dice la cláusula décimo séptima.
No obstante, el seguro que adquirió Pepina con Aseguradora Mundial solo cubre los daños a Atlapa. Esto fue aceptado por la contraparte, es decir, el Ipat. Así , la empresa no hizo efectivo el reclamo a favor de Tortón.
En cuanto a la condición del artista, este debe acudir a terapia dos veces por semana. “Es muy costosa para él, pero si no lo hace, no tendrá movilidad alguna en las manos”, contó su abogada. Calculó que su cliente, solo en gastos médicos, ha desembolsado más de $500 mil.