El 16 de mayo de 2010 Daniel Jiménez casi no durmió. No acostumbra madrugar, pero ese día tenía que hacerlo para cumplir con su compromiso.
Llegó puntual al lugar en donde le darían el paquete de formularios que debía llenar con la información que, al final de la jornada, determinaría cuántos habitantes hay en este país y cuántos son panameños.
Jiménez fue uno de los 125 mil encuestadores que participó del XI Censo de Población y VII de Vivienda, y que al igual que muchos otros de sus compañeros se encontró con una serie de obstáculos que le impidieron realizar un buen trabajo.
Problemas elementales de logística, falta de formularios, y de transporte, entre otros, dificultaron el objetivo principal de esta actividad.
José Castillo, guardia de seguridad en uno de los hoteles de la ciudad, duda si realmente lo contaron porque cuando lo encuestaron solo le hicieron un par de preguntas y el formulario se quedó en el centro de coordinación.
Las estadísticas deben cumplir con ciertos requisitos para considerarse válidas, consistentes, confiables y representativas del fenómeno que se mide, tal como lo estableció recientemente la Organización de Naciones Unidas.
Pero hay dudas de que el reciente censo haya reunido las características indispensables para ese propósito.